Por Marcelo Duhalde
Reconstruir
No es fácil reconstruir una fuerza política hegemónica, como el Peronismo, después de un gobierno tan perjudicial como el que encabezaron Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, sobre todo teniendo en cuenta que nadie se hace cargo de la gran cantidad de diferencias que hubo entre la promesa electoral y la gestión de ese gobierno.
Es más complejo aun cuando se ignora la crítica o peor, como lo hace, por ejemplo, la máxima autoridad del PJ Bonaerense, que sostiene que fue un buen gobierno y lo rescata positivamente. Todos sabemos que en el peor gobierno se pueden encontrar algunas pocas cosas positivas, pero ese no es el fondo de la cuestión, como para calificar de buen gobierno al de 2019 a 2023. Sólo pasará a la historia por la excelente gestión durante la pandemia que azotó al mundo. La acertada estrategia fue diseñada y gestionada por un ministro de salud que sufrió posteriormente el escarnio de una operación política y mediática, que las máximas autoridades no debían desconocer. Ministro que fué expulsado del ejecutivo por teléfono, sin permitirle hacer frente a la patraña llevada adelante por la derecha con la inestimable colaboración del fuego amigo.
El presidente no le permitió ni hacer un descargo. Ginés González García a partir de esto tuvo graves problemas de salud que lo llevaron a perder la vida un tiempo después.
Antes decía que no es fácil reconstruir una fuerza política que faltó en su compromiso histórico con la mayoría del pueblo argentino, y mucho menos fácil todavía de volver a enamorar al ciudadano, si no media una autocrítica sincera, sin especulaciones sobre lo sucedido.
Está situación no fue creada por el enemigo, fue encarnada por los dirigentes en los que se confió para que nos representaran.
La relación dirigentes/militantes/pueblo está muy difícil. Es lógico porque estamos hartos de vivir tragando sapos. Desde hace muchos años tragamos sapos en función de un mal menor que, como pudimos comprobar, se convirtió en un mal mucho mayor con el triunfo de la ultraderecha en nuestro país.
Creo que la historia del peronismo está plagada de dirigentes y militantes que dieron ejemplos imborrables de compromiso con el pueblo, muchos ofrecieron su vida en la entrega por una Patria mejor para todos.
Sería interminable la lista de nombres como el de John William Cooke, Gustavo Rearte, Alicia Eguren, Jorge Di Pascuale, Rodolfo Ortega Peña, Eduardo Luis Duhalde, Amado Olmos, Raimundo Ongaro, Envar El Kadri, Amanda Peralta, Atilio Lopez, tantos y tantas más que forjaron el Peronismo Revolucionario, el Peronismo de la Resistencia. Desde luego que son otros tiempos y otros métodos, pero lo que no debe cambiar es la convicción, el compromiso con el pueblo y la honestidad de los dirigentes.
Tenemos que unirnos, pero no amontonarnos para una elección y después que decida en el gobierno el de menor apoyo electoral, eso ya nos pasó. La unidad debe ser real con un programa que se deberá conocer previamente y que se tendrá que cumplir a rajatabla.
Debemos convocar al campo popular a confiar una vez más y apoyar para que crezca quién hoy aparece como única alternativa con consenso para producir y conducir una respuesta, que es Axel Kicillof.
Cuesta, claramente, dejar de apoyar a alguien que nos dio mucho, pero una de las premisas elementales en psicología, tan abundante en nuestra sociedad, es matar al padre/madre, de manera simbólica. En política posiblemente cueste igual que en la cuestión familiar. Debemos tener la firmeza y la fortaleza de poder hacerlo cuando nos damos cuenta que quien nos condujo y nos hizo crecer, hoy está en un momento de desconcierto o de duda que no le permite seguir teniendo la claridad, la voluntad y la certeza, para cumplir ahora con el rol que representó tan magníficamente y se le reclama.
Se dice en otros temas que crecer es aprender a soltar. Aunque cueste o duela, es la necesidad para buscar un mejor futuro para la Argentina y especialmente para su pueblo.
PRIMERA PREGUNTA
¿Es Milei el enemigo principal?
El enemigo principal del pueblo argentino es el capitalismo.
Encarnado durante décadas por las principales potencias europeas pasamos a depender del imperialismo yanki, desde hace décadas. Sus armas más poderosas son las guerras y el Fondo Monetario Internacional. Con esos instrumentos someten y obligan a los países en desarrollo a seguir las instrucciones para servirles a sus intereses. En caso de no obedecer, el rigor en la represalia es extremo.
Para llevar adelante esta opresión cuentan con nativos que vocacionalmente son adoradores voluntarios, no ad honorem y se ofrecen para ser los que apliquen esas políticas. Este es el caso de Javier Milei, un personaje mediocre, con pocas luces, torpe, que producto de su ignorancia y de su desequilibro mental se postula para ser el mercenario de turno, como lo fueron antes Menem, Macri entre otros, y seguramente seguirán más dispuestos a entregar lo que quede del país cuando se vaya Milei y sus 40 ladrones.
SEGUNDA PREGUNTA
¿La lucha popular en la Argentina es sólo electoral?
La lucha popular en la Argentina es para lograr la justicia social y para ello es indispensable la liberación nacional en pos de la independencia real de los poderes económicos internacionales que conllevan el sometimiento político y social.
La batalla electoral es una herramienta para ir avanzando en democracia para la conquista del gobierno y las instituciones. Pero hasta que no se logre realmente independizarse de los poderes económicos representados por EEUU, las empresas multinacionales y últimamente los poderosos fondos de inversiones, no será posible.