GéNERO Y SALUD | 5 JUN 2025

LATINOAMERICA

Natalia Lafourcade: "Ya no soy una niña, aunque mi niña sigue muy viva dentro de mí"

La cantante y compositora vuelve a sorprender con Cancionera, su décimo álbum de estudio: un viaje sonoro que transita entre lo íntimo y lo colectivo, con un enfoque analógico y colaborativo. En esta nueva etapa, se reencuentra con la esencia de su oficio y se dispone a jugar sin ataduras: “Entender la utilidad de mi quehacer me hace sentir muy afortunada”.




Por Maria Paz Moltedo

“Cancionera, no dejes de sorprenderme”, le pide Natalia Lafourcade a su alter ego en su décimo álbum de estudio: una especie de ensayo teatral, audiovisual, íntimo, pero también colectivo. Porque si bien nació de su deseo de girar sola, con su voz y una guitarra, esta semilla inicial creció hasta trascender en una historia que por momentos parece una película, una obra de teatro o un cuento que se cuenta con imágenes y sonidos grabados durante tres semanas en una cinta, de forma totalmente analógica.Junto a músicos como los Hermanos Gutiérrez, Israel Fernández, Diego del Morao, El David Aguilar, Alfredo Pino y Gordon Hamilton; el diseño sonoro a cargo de Soundwalk Collective (que integró sonidos naturales como parte del paisaje musical); y la coproducción de Adán Jodorowsky, este álbum entre tradicional y contemporáneo sorprendió una vez más a Natalia, que juega con nuevas dimensiones de su arte: “Es un disco de máxima intimidad, que se transformó en una creación colectiva”, cuenta la artista latinoamericana con más Latin Grammys de la historia, tras lanzar este set list de canciones que de algún modo se inspira en sus artistas más amados: Chavela Vargas, Celia Cruz, Billie Holiday, Edith Piaf, Agustín Lara y más.

“A ver... a ver... ¿qué pasa en el siguiente día?”, se preguntaba cuando lanzó “En el 2000”, uno de sus primeros hits. Pasaron 23 años de ese himno, y su capacidad de crear y renacer como un personaje nuevo y auténtico en cada disco, sigue intacta. Hoy, a sus 41 años, se pone en la piel de esta trovadora con espíritu misterioso que viene a cantarle al mundo todas sus verdades.–¿En qué momento de tu vida te encuentra este disco?–Cada disco es una nueva faceta. Es como un espejo muy claro de mi momento, que se ve reflejado. Y este llegó cuando yo estaba a punto de celebrar mis 40 años, el año pasado, cerca del 26 de febrero; estaba tratando de encontrar el texto adecuado para poder agradecer a mis amistades, a mi familia. Hice una fiesta sin límite de invitados en el Barba Azul, adonde llegó todo el mundo, y yo quería poder agradecerles a todos: ahí estaban, desde mi maestra de canto de hace años, las personas que me han visto crecer en el camino, mis diferentes familias, la de sangre, y los amigos, equipos laborales.

Llegué a los 40 y me pregunté: “¿Y ahora qué sigue? ¿Para dónde la siguiente década, y la probable mitad de mi camino, de mi vida?”. Estaba preparando el texto que les leí en mi fiesta, y llegó la letra de “Cancionera” con ese mensaje: hablarme como cancionera que soy, también muy inspirada de los cancioneros y cancioneras de la historia y del mundo.–¿Y qué implica para vos ser cancionera?–Es como mi alter ego, a través de la canción. Es quien me vino a reiterar que amo y agradezco profundamente mi camino, que me siento útil en el mundo porque me puedo dedicar a la canción, al canto, a la conexión humana, a la creatividad colectiva. Eso me hace sentir que todo tiene sentido. Las canciones son mis amigas, mis maestras, y yo las respeto mucho. Yo voy absorbiendo lo que anda en el aire para hacer que mi canción genere algo, que atienda una tristeza, que arrope un corazón roto.

En el camino muchas veces se pierde el “para dónde”. El mirarme de afuera y entender la utilidad de mi quehacer me hace sentir muy afortunada. El oficio implica mucho tiempo, dedicación, foco. Yo siento que me aligeré en este ciclo, como que las cosas no tienen que ser necesariamente de una manera. Lo lúdico del camino, de la vida, de lo que uno hace, no tomárselo tan en serio. La cancionera me dijo: “Vamos a jugar, vamos a hacer las cosas un poquito diferentes”. A ir apagando la mente y crear desde otras búsquedas, desde otras formas.–¿Cómo fue ese juego que te propusiste? ¿Con o sin reglas?–El juego ha sido una cosa maravillosa, que me ha permitido entender que a veces en el camino, uno se cree lo que uno construye para su persona. Yo digo: “Soy Natalia Lafourcade, ¿y ya?”. Y la cancionera me dijo que soy mucho más que eso. Me dijo: “A mí no me importa quién seas, yo lo que quiero es que me digas tu verdad, ver a tu ser existir”. Entonces, pude percibir esta energía de una manera muy intuitiva, como animalito. Me empujó a jugar, a entrar en el estudio y grabar catorce canciones en dos semanas; esto genera inmediatez y autenticidad.

Ella me recordó que no hay peligro en hacer este tipo de cosas, que pueden pasar cosas mágicas. En la imperfección, hay un tipo de perfección. El director me decía: “Natalia déjame arreglar esta toma”, y yo le decía: “Dejala así”. Hay cicatrices, manchas, errores que está bien que se vean. La Cancionera llegó para decirme: “Relájate y ve por esa flor”. Siempre con la flor arriba.–¿Qué representa esa flor?–Es la belleza interna, no estética; la belleza de espíritu, de alma, de mente, de corazón, de vida, de camino. Este disco viene con mucho amor, mucha honestidad, mucha verdad, con su personalidad también. Creo que por primera vez la energía de la cancionera me llevó a entrar en espacios un poco más en el campo de la fantasía, en el mundo imaginario, lo que se percibe como un cuento, como un mundo inaccesible. Me llevó a hacer cosas que yo como Natalia Lafourcade no hubiera hecho.–Hay algo íntimo en los videos, y a la vez teatral, como si consideraran a un espectador presente, espiando todo.–Yo siempre trato de hacer cosas accesibles, a la mano, y por eso hicimos un mundo que cuenta una historia, que las personas van a tener que completar desde su mundo imaginario. La primera tiene el título de “Apertura”, porque todo esto es como un cuento, y el cierre, “Lágrimas cancioneras”. Son canciones que compuse a piano, no tienen letra, las compuse en la pandemia; de ahí creo que empezaron a brotar las pequeñas señales.

En mayo del año pasado entendí que todas estas canciones, poniéndolas juntas contaban una historia, y mucho de la fantasía, de lo surrealista, de lo que sucede como en un sueño, o en un espacio muy recóndito de la noche. Me arrinconó a la creatividad máxima, desde la danza, la exploración del movimiento, de la pintura. Cosas que me gustan pero quizás las tenía guardaditas en un cajón.–¿Qué descubriste de esta nueva exploración o aprendizaje sobre vos?–Me enseñó la capacidad que tengo de la transformación, que tenemos todos. La capacidad de ponernos una máscara, quitárnosla, ponernos un traje, quitárnoslo… Poder transformar la vida se vuelve muy entretenido. Y es muy importante confiar en que por más inseguro o vulnerable que estés, hay que continuar, llegar hasta el final de lo que estás haciendo. Porque eso te hace evolucionar como persona.

–Ya sabés lo que querés en esta segunda mitad de la vida. ¿Qué ya no querés?–Creo que cuando uno tiene estas reflexiones dice: “Esta persona ya no me cae bien, no quiero que sea mi amigo”. Esa fue mi sensación: hay como una limpieza de la memoria, de lo que uno tiene alrededor. Quería limpiar mi casa, mi clóset. Va desde lo más básico: “Llevo cinco años tratando de que me entre este pantalón; y, por dios, el cuerpo va a seguir creciendo”, entonces lo tiramos. Ya no soy una niña, aunque mi niña sigue muy viva dentro de mí. Siento que estoy aprovechando mejor mi tiempo, valoro mucho mis relaciones, lo que estoy haciendo. Me estoy enraizando un poquito más a la presencia de las cosas. No quiero que la vida me pase sin que me dé cuenta.–¿Hay alguna canción en particular del disco que refleje esto?–Sí, “Mascaritas de cristal”. Es una confrontación conmigo misma, que habla de la lealtad con uno. A los 40 años me siento contenta. Mi padre me preguntó: “¿Cómo vas a utilizar tus siguientes cuarenta años? ¿Los vas a aprovechar? ¿Creés que ya los aprovechaste?”. Me siento muy contenta porque creo que los he aprovechado, pero sí he tenido momentos en mi vida muy inconscientes, y creo que mi tirada personal es el “camino despierta”, le apuesto mucho a eso. Y bueno, vamos a ver cómo se ponen los siguientes años, ¿hasta dónde llegaremos?

Nota de Pagina 12 de 23 de mayo de 2025