Está todo bien, hay que ganar, pero no va a alcanzar si nos repetimos como si nada hubiese ocurrido desde que perdimos con Macri. Inaugurar unidades básicas o recorrer los barrios solo para el periodo electoral es como hacer tapas de empanadas para hornearlas sin relleno.
Tomemos nota y tratemos de respondernos las siguientes preguntas: ¿Es posible imponer un programa político soberano y popular sino podemos imponer la libertad para Cristina?; Si es posible: ¿Cuál debería ser el sistema de alianzas disruptivo para comenzar a acumular fuerza frente a un electorado apático que descree del sistema?
¿Que implicaría para el campo popular un fracaso en la gestión de un nuevo gobierno peronista ?; ¿Que implicaría para el peronismo un nuevo fracaso?; ¿Acaso no tendríamos destino de radicalismo?
Son más las preguntas y las dudas que las certezas, por una simple cuestión, estamos en una crisis política aguda local de la que somos parte y además estamos frente a una crisis del capitalismo global que no muestra signos de orientación, con un equilibrio que parece catastrófico, en términos que no hay un ganador o ganadores que pueda o puedan imponer su visión, mientras que quien pretende liderar está muy entusiasmado demoliendo ideológica y estructuralmente un tipo de orden capitalista del que era su mentor principal, que parecía haber llegado a su máximo clímax con la caída del muro del Berlín y el FIN DE LA HISTORIA.
En un rio revuelto como el contexto descripto comienzan a emerger los monstruos, pero no esos que existen mezclados en la cotidianeidad, fáciles de aislar, sino los que emergen colectivamente, los que crea el capitalismo para descolar de sus crisis, para evitar mirar las vísceras encarnadas en las guerras, los genocidios, el colonialismo, las dictaduras, los bombardeos “quirúrgicos” o Hiroshima, en la acumulación de riqueza sin racionalidad o en la pobreza evitable mas abyecta.
El monstruo emerge como en el siglo pasado de OCCIDENTE y GAZA es solo el comienzo de ese derrotero, después la historia se va encargar de asócialo a algún nombre o persona, sobre el que se pueda exculpar a toda la sociedad o a la mayor parte de ella de los crímenes que acumula el capitalismo, que también acumula poder y riqueza desigual que por ser injusta es irracional. El orden siempre hipócrita que reino hasta ahora se está despedazando por lo que la humanidad está en riesgo como ya lo ha estado en otros periodos de la historia. Otro orden de la misma especie seguramente está en transición.
Pero volviendo al punto, lo que se observa en principio es que no hay un plan de gobierno explicitado, porque suponemos que no es conveniente, porque lo importante es ocultarlo, ¿para legitimar continuidades inaceptables?, sino que de llegar ese plan lo hará fuera de tiempo. El grado de entrega del actual gobierno es tan grande como el tamaño de la deuda que toma y las posibilidades de maniobra que van a quedar luego que el país quede exhausto, serán mínimas, lo que obliga desde ya a plantearse un PACIENTE PLAN DE LIBERACION NACIONAL. Lo de paciente va porque lo que uno observa de la crisis global con el comportamiento de EEUU. En su aparente debilidad no va construyendo alianzas estables sino más bien impone condiciones (aranceles), o se levanta un día con ganas de arrojar una bomba como en el caso de Irán con el dudoso objetivo de terminar un conflicto en un solo golpe, como parte de una política del garrote y la fuerza descarnada que parece golpear sin ton ni son, pero que no parece que le vaya a dar más “amigos “ si continua con esta línea, lo que deja entrever una luz mínima para que los países dependientes como el nuestro pueda zafar o colar lo distinto del entramado político - financiero, nacional e internacional que nos somete desde la última dictadura civil.
No nos va alcanzar en esta oportunidad con ganar las elecciones, ni con un plan de gobierno en cuya raíz no este latiendo un plan de LIBERACION NACIONAL, que nos permita caminar sobre nuestros propios pies pensado la vida y el mundo con ideas propias, no exento de un plan de lucha política, no exento de errores y flaquezas, pero con una orientación inquebrantable como aquellos hombres que nos dieron nuestra independencia. Si somos peronistas y no hemos arriado las tres banderas: Soberanía Política, Independencia Económica y Justicia Social, sabemos que mientras tengamos una deuda impagable, hemos perdido la primera bandera, mientras el FMI imponga sus políticas hemos perdido la segunda bandera y mientras la pobreza alcance a más del 50% de los compatriotas no solo no podemos hablar de justicia social, sino que debemos hablar de humillación nacional.
PK