GéNERO Y SALUD | 17 AGO 2025

LA NUEVA ESCLAVITUD

El impacto de la crisis en mujeres y disidencias de barrios populares

Esta semana se renueva la encuesta que puso de relieve el endeudamiento grave y la sobrecarga laboral que produce el ajuste económico en la periferia urbana.




Por Luis Bastús

Vuelve a realizarse la encuesta en barrios populares de Rosario, sobre la base de que el 98% de las mujeres que los habitan declara sentir angustia o preocupación ante la situación económica, donde es probable que 6 de cada 10 sean el sostén principal de sus hogares, y que el 43 por ciento ya afronta deudas para gastos cotidianos, incluso préstamos informales y usureros de barrio. Es el sondeo que empezó a hacer el Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (Isepci) sobre barrios de la periferia de Rosario y Villa Gobernador Gálvez. Esta segunda edición comenzará este lunes, y las encuestadoras son parte de la propia población objetivo del muestreo, mujeres que participan de instituciones y organizaciones barriales de base, coordinadas por el Isepci.

"Con esta encuesta queremos profundizar en aspectos que surgieron en la del año pasado. Participan compañeras que están a cargo de merenderos, que participan en organizaciones de barrios en Rosario y Villa Gobernador Gálvez, con el objetivo de hacer 300 entrevistas. En las copas de leche y comedores sabemos más o menos la población a la que podemos llegar, entonces para ampliar el espectro iremos el martes a plaza Sarmiento a encuestar a la gente que esté esperando el colectivo, esperando a sus hijos o hijas de la escuela", explicó Sofía Botto, directora del Isepci Santa Fe, y referente de Libres del Sur a Rosario/12.

El primer informe

El sondeo apunta a mujeres y a "identidades sexogenéricas feminizadas" por la razón de que generalmente tienen a cargo tareas no remuneradas de cuidado, limpieza y gestión del hogar, y además tienen personas a cargo (75% de los casos), o generan el principal ingreso económico de la casa (58% de los casos). La encuesta se realizó en los 6 distritos municipales. Las consultadas garantizan los ingresos económicos como jefas de familia o complementan los de otra persona proveedora. El relevamiento también registra estrategias en búsqueda de sumar ingresos y/o modificación en los consumos.

La valía de este sondeo es que profundiza trabajos estadísticos oficiales al enfocarse sobre barrios populares y, lo que quizás hace la diferencia, se lo hacen personas que habitan y comparten la cotidianidad del territorio consultado. Así permitió detectar en su edición anterior el impacto fino del ajuste del gobierno nacional desde el año pasado sobre los sectores populares.

El 40,27% de las encuestadas esa vez contestó que tiene un trabajo remunerado. Y de estas, 64,25% no provienen de un empleo en relación de dependencia. La mitad es beneficiaria de algún programa social. El 12% es monotributista y 11,3%, jubilada o pensionada. En el 58% de los casos, la mujer aporta el ingreso principal, cuando no el único, a su hogar.

"Uno de los rasgos que apareció en el primer informe es la necesidad de salir a buscar otro ingreso porque no alcanza, y así se explica la aparición de puestos de venta de rosquitas, torta asada, redunda en personas con sobrecarga laboral y sobre este tópico queremos profundizar ahora", anticipó Botto.

El 43% de las mujeres ha tenido que generar otra actividad extra para conseguir más dinero para los gastos diarios. Las respuestas se dividieron entre ventas varias (comida, ferias, ropa, etc), cuidados de personas y tareas de limpieza, cirujeo y dos alternativas más que ilustran el tenor de lo que produce la crisis: venta de apuestas, juego de casinos virtuales, bingos y rifas; y la prostitución y venta de contenido erótico.

En el primer caso, la búsqueda de plata a través del juego es "una forma histórica de supervivencia en sectores populares, que cobra más énfasis en los momentos de crisis", señala el documento del Isepci en sus conclusiones. En cuanto al trabajo sexual, la encuesta aporta que "en momentos de crisis económica, son los cuerpos de mujeres y personas LGBTIQ+ quienes sufren las mayores consecuencias, no sólo por la vulnerabilidad material a la que se ven arrojados, sino a las múltiples explotaciones de las que son objeto en una cultura machista y patriarcal que los considera objeto de consumo".

El otro rasgo preocupante que asoma en el estudio es la generalización del endeudamiento para gastos cotidianos de supervivencia. El 43,43% de las encuestadas admitió acudir a tarjetas de crédito para compras cotidianas de alimentos, préstamos de billeteras virtuales y también préstamos informales en el barrio, lo cual las expone a amenazas y otras variantes violentas cuando empiezan las dificultades para devolver el dinero.

El endeudamiento doméstico –distinguió Sofía Botto– siempre existió para situaciones especiales como el inicio de clases, vacaciones, una fiesta de 15 u otros motivos excepcionales. Lo grave ahora es que aparece para resolver lo cotidiano, como la compra de alimentos, limpieza, o medicamentos.

"Se observa entonces, la multiplicación de 'herramientas financieras' informales o ilegales con escaso o nulo control del Estado que, por su naturaleza, buscan obtener el máximo rédito económico aprovechándose de la vulnerabilidad de las usuarias", subraya el informe.

En este contexto, surge previsible que el 95% haya reconocido haber modificado hábitos de consumo. Una dominante fue la decisión de caminar más en lugar de usar el transporte público para ahorrar el costo del boleto. Asimismo, 87% pasó a comprar productos de menor calidad, y 81% tuvo que achicar sus compras.

Entre los rubros ajustados, mencionan la vestimenta, y alimentos básicos como la carne vacuna, leche y derivados, frutas, fiambres, yogur, galletitas, azúcar, gaseosas, vino y cerveza. También disminuyeron otros gastos como la compra de comida por delivery, suscripciones a plataformas, recreación nocturna e incluso medicamentos.

Este cambio en el consumo de alimentos tiene relación con otro estudio del Isepci de 2023, el Índice Barrial de Situación Nutricional (IBSN), que arrojó un 46,6% de malnutrición en niñxs y adolescentes entre 2 a 17 años en la provincia de Santa Fe.

Nota de Pagina 12 de 17 de agosto de 2025