Por Atilio A. Boron (*)
Tan ensimismado está con sus ocurrencias pseudo-libertarias que no advierte contradicción alguna entre su diatriba contra el proteccionismo y las tarifas aduaneras y las políticas proteccionistas y de aranceles brutalmente elevados que practica su protector, jefe, o patrón, o comoquiera que se lo quiera llamar: Donald Trump. Ignora en su discurso que Estados Unidos siempre fue proteccionista, desde su primer Secretario del Tesoro, Alexander Hamilton (1789) y que la época del libre cambio que se abrió recién después de finalizada la Segunda Guerra Mundial y que culminó con la primera Administración Trump fue una excepción en la historia de ese país y no la regla. Ahora, con Trump 2.0 el país retornó a un proteccionismo extremo y beligerante, cosa que parece no advertirse desde la Casa Rosada y menos aún desde la Residencia de Olivos. Tampoco parece haber tomado nota de un dato elemental, que hasta los aficionados a la economía conocen muy bien: que son varios los países de la Unión Europea que han jurado y perjurado que jamás firmarán un acuerdo de libre comercio con el Mercosur porque dicho arreglo arruinaría a los agricultores. Si las negociaciones con los europeos se extendieron por veinte años no fue a causa de la inflexibilidad del Mercosur sino por la sistemática negativa de algunos países europeos. Y lo que Milei presenta como un gran fracaso ignora que las políticas del Mercosur impulsaron la industrialización de sus miembros, sobre todo Argentina y Brasil, e impulsaron un salto muy significativo en los intercambios intrazona, pasando de unos 4.000 millones de dólares a comienzos de los 90s, poco después de firmado el tratado constitutivo en Asunción, a unos 46.000 millones en 2022.
Más allá de estos antecedentes, ignorados en el discurso de Milei, llama la atención su encendido ataque al presidente Nicolás Maduro repitiendo, como un disciplinado alumnito de Donald Trump, las calumnias y mentiras de su protector. Acusaciones como la de “narcoterrorista” que carece de fundamento alguno. El tan meneado Cartel de los Soles no figuró en ninguno de los documentos oficiales publicados por la DEA en los últimos años, pero Milei sigue a pie juntilla el libreto que le marcan desde Washington. Toda esta farsa es archiconocida por los estudiosos del tema. Intensas campañas de satanización de quienes son tildados como enemigos por Estados Unidos es un componente crucial de la guerra cognitiva. Véase si no lo que decía a comienzos de siglo la Casa Blanca en contra de Saddam Hussein (“fabricación de armas de destrucción masiva), cosa que era negada por los propios inspectores de la ONU. En fin, Milei tendría que ser más cuidadoso y no mentar la soga en la casa del ahorcado porque si de “narcos” se trata su entorno inmediato y sus representantes políticos no parecen tener una “ficha limpia” que los exima de caer en tal calificación.
Pocas veces la historia latinoamericana registra los niveles de cipayismo y lambisconería como los que exhibió Milei en su discurso. Decir que “la Argentina saluda la presión de los Estados Unidos y Donald Trump para liberar al pueblo venezolano” es una mentira gigantesca. Que no hable por la Argentina sino por sus compinches, que están destruyendo a este país. Dentro de EEUU la aventura militar cuenta con la reprobación del 63 por ciento de los votantes y a nivel latinoamericano, encuestas que incluyen a la Argentina, hablan de un nivel de reprobación cercano al 80 por ciento. Además, Milei habla de un “experimento autoritario” en Venezuela, en circunstancias en que es público y notorio que él, Milei, no cree en la democracia, y además su estilo de gobernar plagado de insultos, aprietes, atropello a la división de poderes, compraventa descarada de votos en el Congreso, ataques al periodismo independiente y represión de la protesta social pacífica dibujan el contorno de un autócrata delirante, que miente permanentemente igual que Trump. Se funden pymes y empresas grandes, aumenta el desempleo, suben los precios de los servicios, salarios y haberes jubilatorios a la baja y desplome del consumo, pese a lo cual el milagrero argentino dice que estamos mejor que nunca. Seguramente le pedirán la receta en otros países para lograr estos éxitos económicos. En fin, nuestro presidente no parece ser la persona más autorizada para descalificar a Nicolás Maduro, o a Lula, o a Claudia Sheinbaum, a Gustavo Petro y Xiomara Castro. Su referente es el magnate neoyorquino y, ahora, un nazi como José Antonio Kast, que no sólo proviene de una familia identificada con el Tercer Reich sino que es uno de los más encendidos defensores de la dictadura asesina de Pinochet. Su alusión al “reconocimiento internacional al coraje de María Corina Machado, Premio Nobel de la Paz 2025” ignora que al premiar a una cultora del extremismo y la violencia política, a la abogada a la invasión de su propio país, con la destrucción y muertes que tal cosa significa, han provocado una repulsa internacional al Comité Nobel. Sin ir más lejos, Julian Assange ha planteado una demanda a la Fundación Nobel por haber premiado a María Corina Machado, y entre nosotros, un Nobel auténtico, Adolfo Pérez Esquivel se ha manifestado en el mismo sentido.
(*) Art . Publicado por Pagina 12 el 20 de diciembre de 2025