jueves 25 de abril de 2024 - Edición Nº1332

Economía y Política | 6 oct 2021

Por Alicia Castro

La correlación de fuerzas como excusa

Este artículo es una republicación del original de codehcom. Su autora Alicia Castro fue sindicalista , diputada nacional, embajadora en Venezuela y Gran Bretaña y designada pero renunciante antes de asumir en la Embajada de la Unión Soviética. Integró la Internacional progresista junto a muy destacadas figuras del ámbito nacional e internacional.


Quiero hablar de la tan remanida relación de fuerzas que se ha usado, particularmente en los últimos dos años, para tratar de justificar que un gobierno progresista con voluntad de cambio no realice las transformaciones necesarias.

Hay un artículo que recomiendo, de “La Tecl@ Eñe”, de nuestro compañero de la Internacional Progresista, Conrado Yasenza, justamente de Horacio González, en respuesta al psicoanalista Jorge Alemán: “El tabú de la correlación de fuerzas” y en esas palabras, en ese pensamiento que nos hace tanta falta, pensamiento radicalizado, pretende “establecer una respuesta que anime un debate fructífero”, sobre la correlación de fuerzas “como puede establecer algún extraño aparato de medición de energías sociales consolidadas”, dijo González.

Por supuesto “tomando en cuenta la situación que atravesamos, primero, la enfermedad globalizada, en medio de muchos conflictos pero también de muestras generosísimas de solidaridad; una inédita paralización de formas clásicas de la economía que hizo temblar el concepto humanista de primero la vida”. Pero González nos llama la atención y dice: “Además el sigiloso pensamiento político de grandes multitudes inconfensables, adquiere peligrosas notas de resentimiento en procura de amos payasescos como Bolsonaro o Trump”, podríamos hacer una equiparación en Argentina con Milei, “en tanto que lo que antes hubiéramos llamado ‘socialdemocracias’”, recordemos que Alberto Fernández se define como un socialdemócrata, “ensayan jugadas de memoria que tenían escondidas en su pecho egoísta y conservador, intentando protegerse con medidas de derecha”.

Sigue diciendo González: “Llamamos así al previo acatamiento de los gobiernos -antes de cualquier reunión, discusión o disputa- a lo que proponen las grandes empresas que ya tienen computado su cálculo de sacrificados que marchan a la pira del contagio” y hace una cita tremenda de Ezra Pound: “… sientan cadáveres a su banquete por mandato de la usura” y termina promoviendo un debate sobre cómo mantener la democracia en la Argentina, cómo sostener alianzas viables y denunciar la conspiración de los necios, y que sea un compromiso un compromiso tan importante, que permita dirigirse con medidas más enérgicas hacia las grandes concentraciones de poder que en nuestro país todos sabemos cuáles son.

Termina diciendo González, y lo cito porque nosotros, así como hay estos teóricos de la correlación de fuerzas, que en realidad terminan promoviendo el actual estado de las cosas, el inmovilismo, por eso necesitamos apelar a estos grandes pensadores como Horacio González, quien dice: Si eso lo reclama un conjunto movilizado de personas, que compensen en el sentimiento público las manifestaciones adversas, nada sería más inconveniente que pararlas diciéndoles que antes deben sacar el ‘medidor de las relaciones de fuerza’. Sería festejar la inmovilidad y llamarla movilización”.

Es interesante lo que dice González, porque estamos hablando de cosas muy concretas.

Se usa una negativa correlación de fuerzas, se entiende que se habla de los poderes fácticos, de los medios concenterados de poder y de comunicación, pero ¿qué se hace para revertirlo? Según la correlación de fuerzas adversas, para puntualizar algunas cosas que nos preocupan y afectan a todos, no permitir democratizar el Poder Judicial, tenemos que vivir prácticamente privados de un poder en la Argentina, de uno de los pilares de la democracia, con un aparato judicial cooptado, corrupto, no todo, pero gran parte, que ha armado causas, etc.; no se podría dar libertad a los presos políticos. Tenemos en estos días estos conmovedores audios con declaraciones de Milagro Sala, para nombrar a una presa política emblemática. El lawfare, la manipulación de la justicia, existe en varios países de América Latina. El laboratorio fue Brasil con un verdadero “secuestro electoral” de Lula, la persecución de Cristina Fernández de Kirchner. Pero existen gobiernos adversos. El caso de un gobierno popular que tenga a sus propios militantes como presos políticos es un exotismo argentino.

Milagro Sala no solo está pidiendo libertad para ella y para sus compañeras y compañeros, que han hecho una gesta increíble, mostrando la capacidad de los movimientos sociales, Y nosotros ¿qué estamos demostrando? Que eso debe ser penado, verdaderamente, por las cosas que pudo haber dicho Milagro, una vez dijo que había que tirar o no un huevo en una movilización … Lo que se está haciendo claramente es callarla y callar a la dirigente social, una de las dirigentes sociales más representativas de la República Argentina, que no solo está pidiendo libertad para ella, le ha suplicado al presidente Fernández hace unos días, que le permita ayudarlo a democratizar Jujuy, que es un feudo con Morales. Ahí está presa.

No se podría establecer un salario universal, pese a que es un llamamiento mundial, sobre todo por la crisis económica que produjo la pandemia; no se puede establecer un salario mínimo decente, porque nadie nos puede convencer que $30000 por mes le alcanzan a nadie para nada. Siempre digo que los dirigentes sindicales que acuerdan un salario mínimo por debajo de la canasta familiar, debieran hacer el ensayo, y no quiero ser demagógica, pero es un ensayo simple, de vivir una vez por mes pagando el alquiler, los servicios, la comida y los remedios con 30 mil pesos por mes; no se puede establecer un régimen impositivo progresivo, donde paguen más los que más tienen, porque se ofenden; no se pueden poner impuestos especiales a las empresas que tuvieron ganancias extraordinarias durante la pandemia, el sector farmacéutico muy beneficiado y mimado por este gobierno; o el sector de las telecomunicaciones, el sector del comercio virtual; no se puede nacionalizar el comercio exterior, ni se toca la privatización del río Paraná; no se pueden controlar ni regular los precios de los medicamentos, porque el gobierno prefiere hacerlo con los grandes formadores de precios, con los supermercadistas, en lugar de negociar con los productores, como se está reclamando tanto.

Estamos atados por el tabú de la correlación de fuerzas. Si estuviéramos siempre pensando en la correlación de fuerzas no hubiera habido Revolución Francesa, Revolución de Mayo, no hubiéramos sacado de la Argentina, a las invasiones inglesas, no hubiera habido batalla de Ayacucho.

Para tratar de cambiar la correlación de fuerzas, sobre todo si se ha hecho un compromiso, si se promovió o si se prometió, se hizo un contrato electoral de cambios, de transformaciones. Se hablaba del nunca más de la injusticia, nunca más el lawfare, y realmente estamos estancados y con teóricos del gobierno, muy malos asesores, muy errados, que han mitigado, han sofocado, anestesiado, o intentado hacerlo, la vocación transformadora de un pueblo que reclama y necesita cambios.

Nosotros no vivimos en un país sin semillas, sin agua, vivimos en un país enormemente vasto, rico. Se prometió el federalismo. Tenemos un gabinete con dos personas del interior en un gabinete de 21. Se prometió el feminismo, son todos hombres; se prometió justicia social y tenemos un salario por debajo de la inflación y además pendiente todavía esta denuncia que hizo Cristina en su carta, cuando dijo que el presupuesto está subejecutado en pandemia y faltando dos o tres meses para que termine el año, la mitad del presupuesto no se ejecutó.

Para seguir hablando de la correlación de fuerzas, me gustaría referirme muy brevemente al pensamiento gramsciano, porque cuando tenemos que dar estas batallas, estamos hablando siempre de la batalla de las ideas.

Dijo Gramsci: “La observación más importante que hay que hacer a propósito de todo análisis concreto de las correlaciones de fuerzas, es la siguiente: que los análisis no pueden ni deben ser fines en sí mismo, a menos que se esté escribiendo un capítulo de la historia pasada sino que solo cobran significación si sirven para justificar una actividad práctica o una iniciativa de la voluntad. Los análisis muestran cuáles son los puntos de menor resistencia a los que pueden aplicarse con más fruto, la fuerza de la voluntad, y sugieren acciones tácticas inmediatas que indican cómo se puede plantear mejor una campaña de agitación política, qué lenguaje será mejor comprendido por la mayoría. El elemento decisivo de toda situación en que la fuerza permanentemente organizada y predispuesta de mucho tiempo atrás, puede ser lanzada hacia adelante, cuando se juzga que una situación es favorable, será favorable solo en la medida que preexista esta fuerza llena de ardor combativo, por eso la tarea esencial consiste en ocuparse sistemáticamente de formar, desarrollar, homogeneizar cada vez más y hacer cada vez más compacta y consciente de sí misma a esa fuerza”.

Creo que estas reflexiones que pueden parecer o sonar un poco densas, tienen mucho que ver con lo que nos está pasando, porque está el gobierno, además después del golpe que hemos recibido en las elecciones, tratando de homogeneizar esas alianzas necesarias para la transformación, o en realidad las está desanimando, o en realidad las está disolviendo, porque al frustrar el contrato electoral, lo que sucede obviamente, se pierde la propia base electoral.

Cada vez que un gobierno de izquierda, centroizquierda o progresista toma medidas de derecha, sistemáticamente pierde su base electoral y no logra los votos de la derecha que pretende. Tenemos muchísimos ejemplos, uno fue el de Dilma Rousseff, y no la estoy criticando a Dilma, pero es objetivo que se empezaron a tomar medidas de derecha, que se hicieron alianzas de derecha y se perdió la propia base electoral que hubiera podido sustentar probablemente, probablemente no, una más amplia movilización de fuerzas para evitar el desastre que ocurrió con Bolsonaro.

Cuando hablo de cómo se desanima a nuestra propia base, sustento electoral, cómo se desmoviliza, me queda, seguramente habrá compañeras, compañeros, de la Internacional Progresista, que se puedan referir a este tema con más profesionalismo, más conocimiento del tema, pero me impacta mucho que el gobierno crea que la Ley de Fomento de Desarrollo Agroindustrial, que se lanzó ayer y además como principio de campaña, puede satisfacer a su electorado.

Además en materia de política exterior, tampoco se ha hecho una buena lectura. Leí hace unos días una nota, citando a Santiago Cafiero, diciendo que estaba buscando una reunión del Presidente con Biden. Para usar lenguaje llano, están errando el vizcachazo, porque este es uno de los pueblos más antiimperialista que existen.

El Presidente no acudió a la reunión de la Celac (Cumbre de Estados Latinoamericanos y Caribeños), es cierto que era un momento de crisis política, pero, cuando hablamos de correlación de fuerzas, una variante estratégica es la correlación de fuerzas a nivel internacional. “La” variante estratégica. Si nosotros queremos posicionarnos favorablemente en una correlación de fuerzas contra la pretendida hegemonía estadounidense, donde tenemos que apuntar es a concentrar fuerzas en la región, como apuntaron los dos gobiernos Kirchner con enorme protagonismo y con gran acierto. Esa Celac, que vino después de la Unasur y Mercosur ampliado, el Presidente ni siquiera concurrió. Algunos dicen bueno, estábamos en medio de una crisis política. Justamente, si estamos en medio de una crisis política no te saques una foto con Biden en la computadora, andá donde están las naciones hermanas con las que se puede lograr en conjunto soberanía política, independencia económica.

Ayer, con la presentación de la Ley de Fomento de Desarrollo Agroindustrial, comencé a recibir mensajes de compañeros del sector, como de la Unión de Trabajadores de la Tierra, que respeto muchísimo; de la Plataforma Medioambiental, que es una plataforma social para resistir el mal desarrollo y construir justicia social y ambiental, que como dice nuestro referente de la Internacional Progresista, Damián Marino, la cuestión ambiental es una cuestión social, la justicia ambiental es la justicia social. No hay una sin la otra.

Sorprende que en la reunión de ayer no están presentes estas organizaciones. En lugar de tratar de fomentar estas alianzas de las que hablaba desde Gramsci hasta cualquier otro que haya actuado en la política, la necesidad de juntar una masa crítica que tenga voluntad transformadora, para producir cambios, en lugar de hacer eso, de sumar a la plataforma medioambiental, de sumar a la Unión de Trabajadores de la Tierra, a la cantidad de personas que tienen palabra en la cuestión medioambiental, se sientan en la mesa de los grandes.

Hay un hilo de Twitter de Nahuel Levalle, uno de los dirigentes de la Unión de los Trabajadores de la Tierra, también director del Mercado Central, que aconseja: “Escuché muy atentamente el acto en el que el Gobierno Nacional anunció y envió al Congreso una ley promovida por el Consejo Agroindustrial argentino. Estoy de acuerdo que nuestro país necesita exportar para generar divisas, generar empleo de calidad para los y las argentinas, lo que me preocupa del anuncio y de la ley en definitiva, es que no se ponga en discusión absolutamente nada del modelo de agronegocios que hace décadas genera contaminación y hambre en la Argentina; genera dependencia económica con el aumento de precios de nuestros alimentos para nuestro mercado interno. Este modelo extractivista nos aleja muchísimo de la soberanía alimentaria para la cual muches luchamos y ocupamos lugares en el Estado, no podemos depender del Banco Mundial para que nuestros trabajadores de la tierra accedan a la tierra y fortalezcamos la agroecología. Necesitamos más decisión y voluntad de gobierno para que haya políticas públicas que garanticen un nuevo modelo agroalimentario en la Argentina, basado en el cuidado del ambiente, el acceso al alimento sano, seguro y soberano y la agroecología. Y desde mi parte, tanto desde el Mercado Central como desde la Unión de Trabajadores de la Tierra, hago mi aporte en ese sentido, pero no se puede remar en soledad en un barco tan grande”.

Para terminar, creo que estamos mal encaminados para equilibrar la correlación de fuerzas.

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