El 22 de agosto de 1951, cuando Eva Perón ya padecía la enfermedad incurable que la llevaría a su descanso eterno y la inmortalidad el 26 de julio de 1952, se produjo el cabildo abierto del justicialismo donde más de un millón de personas, cuando la población era menos de un tercio de la actual, plebiscitó la candidatura de Evita a vicepresidente. Dicha  candidatura era rechazada por sectores militares, oligárquicos y la Embajada yankee , que ejercieron una presión muy fuerte básicamente sobre el entonces Coronel Perón. El 22 de agosto de 1951 finalmente no se produjo  la aceptación de Evita a ser candidata a vicepresidente  y el 31  declinó en forma expresa. Salvando las distancias de distintos tipos (espaciales, temporales y geopolíticas) la renuncia y posterior muerte de Evita es en cierto modo comparable a la pérdida de Néstor Kirchner en 2010,  porque no fue posteriormente el mismo Perón, sin Evita  que juntos, ni fue  igual Néstor y Cristina juntos que CFK sola. Por último estás graves contingencias fortuitas de pérdida de líderes que parecen irreemplazables, se debe cubrir con un mayor protagonismo del pueblo.

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