lunes 28 de abril de 2025 - Edición Nº1700

Economía y Política | 13 mar 2025

Sobre llovido mojado

Punto de Inflexión: Argentina empieza a transitar lo desconocido

La pregunta es si estamos al inicio de una crisis terminal o la crisis hace rato que comenzó con la disolución del Radicalismo, y la descomposición que parece afectar severamente al Peronismo, los dos grandes partidos nacionales, crisis que el Kirchnerismo pudo atrasar o detener momentáneamente luego del desbande del 2001. En esta nota se plantean los dilemas actuales, y la dificultad de abordar la situación con el marco teórico mas adecuado, en una época de mutación global.


Por Juan Cristia

Luego de quince meses transcurridos, el gobierno de Milei y sus aliados parece haber llegado a un punto de inflexión: “fin de la luna de miel” “disminución de apoyo al gobierno” “pérdida de credibilidad” “límite a la acumulación de poder” …
Ante un punto de inflexión se abren distintas posibilidades de desarrollo de escenarios: a) que se mantenga la situación y el statu quo; b) que se deteriore gradualmente la situación y se evidencie la crisis; c) que colapse la situación y se produzca una ruptura con la evolución reciente.
La historia y la política no sólo tratan con las distintas dimensiones de tiempo (pasado, presente, futuro) sino con hechos e interpretaciones. La ciencia histórica (historiografía) y la ciencia política (politología) investigan y aplican su método para dar explicaciones objetivas; la filosofía (de la historia, política) piensan y reflexionan para dar sus interpretaciones.
En particular, desde la Filosofía de la Historia en los debates actuales, se ha destacado la tensión entre historia y memoria en tanto formas que pretenden dar cuenta del pasado reciente. Esto ha dado lugar a distintos posicionamientos teóricos en la historiografía, que van desde el modelo de investigación cientificista o positivista del pasado (que sólo remite a hechos), hasta las posiciones posmodernas que entienden la práctica historiográfica como productora de relatos que no difiere de una narración ficcional. Entre ambos extremos queda la memoria reducida a un elemento más en la persecución de la máxima objetividad, o diluida en experiencias ficcionales con recursos estéticos. Desde la filosofía de la historia se piensan estas tensiones y se trata de elucidar sus alcances y límites como mediaciones con el pasado reciente. También se intenta aplicar conceptos del psicoanálisis a la interpretación y se distingue historia y trauma, a nivel individual y colectivo. Y se da importancia a la categoría de futuro para definir el valor de la práctica historiográfica y para pensar la memoria como legado. El futuro genera el desafío de pensar el pasado en el presente, de articular las expectativas con las experiencias. (A. Ercoli-A Sepúlveda -FACHCE-UNLP)
Podemos recurrir a estas categorías de análisis para pensar la política en el pasado reciente en argentina y proyectar escenarios futuros en los cuales actuar.
Entre 2015 y 2025 argentina ha tenido tres gobiernos de distinto signo político, ha sufrido la pandemia, y tiene la experiencia de episodios de crisis económico-social. Parece haberse acelerado la historia y llegado a un punto de inflexión: la política de ajuste en el marco de un programa con el FMI se ha combinado con el agotamiento de la política cambiaria y producido una crisis de sector externo; ante la necesidad imperiosa de divisas el gobierno debate un nuevo acuerdo o una restructuración del actual con el FMI que el mercado ve con desconfianza y la oposición rechaza, lo que llevó al gobierno a recurrir a un nuevo DNU con seria falencia legal e institucional; la política de gobernar mediante DNUs ha tocado un límite con la designación de jueces en la Corte Suprema que puede ser rechazada por el senado y producir una crisis institucional; la cripto-estafa $LIBRA en la que participó el presidente ha vuelto a instalar la “corrupción” como preocupación social y producido pérdida de apoyo y credibilidad al gobierno.
Puede apreciarse esta situación como sobre-determinada: cualquiera de esos factores puede producir desestabilización y agravamiento de la crisis, y su combinación no sólo debilita al gobierno sino que hace incierta su resolución.
El estilo y los métodos usados en catorce meses ya no garantizan resultados y la sobreactuación represiva escala el conflicto y la complejidad.
Argentina empieza a transitar lo desconocido: un presidente electo que no tiene un partido nacional y sin mayorías en el congreso gobierna por decreto con facultades delegadas, una oposición fragmentada que no puede impedirlo, resultados económicos previstos que no cumplen expectativas previas pero que muestran una sociedad política escindida( apoyo imprevisto de una parte que genera insistencia del gobierno en sus políticas de ajuste, apoyo silencioso del establishment aún ante daños por la recesión, y protestas sociales de otra parte de la sociedad que son enfrentadas con represión creciente, oposición política fuerte en lo discursivo pero inactiva); apoyo del FMI para un acuerdo que no sólo es insuficiente sino rechazado por la sociedad y la oposición política; fragmentación política dentro y fuera de las instituciones que hace imposible visualizar una asamblea legislativa que se haga cargo del gobierno ante una eventual caída del actual; injerencia extranjera ya no sólo en términos de endeudamiento y dependencia, sino en la dimensión judicial mediante el lawfare en el interior y los fallos contra el país en el exterior; alineamiento extremo con eeuu e Israel en un momento histórico en que pierden hegemonía y los BRICS la ganan.
Lo desconocido se configura en: que no es posible una alternancia entre fuerzas políticas mayoritarias, sino que se da una confrontación entre una fuerza política nueva limitada en su accionar y una oposición fragmentada; la escalada del conflicto con injerencia extranjera no evoluciona hacia un gobierno de facto (militar, judicial, económico) ni a una nueva coalición política con posibilidad de éxito electoral ni a un cesarismo bajo la forma de “administración extranjera”. En síntesis, no se avizora ningún actor con la suficiente masa crítica de poder para imponerse y sostenerse en un marco de disolución del Estado y estanflación macroeconómica con protesta social en aumento; pero tampoco puede pensarse que esta confrontación política pueda resolverse con medios electorales en una elección legislativa también fragmentada en veinticuatro distritos.
Por lo tanto, el intento de imponer orden con represión en un momento de menor acumulación de poder oficial puede comenzar a producir mayor pérdida de autoridad y poder de coacción, y esto un cambio en la correlación de fuerzas, donde la contraparte tampoco está en condiciones de organización para imponerse y hacerse cargo. Empieza a verse un desorden creciente, una entropía propia de procesos de crisis terminal, pero en su inicio, y donde en verdad todos los actores ignoran su capacidad relativa y la de los demás para participar en el proceso.
Desde una perspectiva del campo nacional popular solo puede pensarse en activar múltiples formas de organización en forma muy rápida, con la esperanza de que se invierta la manifestación particular reivindicativa y pase a ser general política: ya no “todos con los estudiantes o los jubilados” sino los estudiantes y jubilados con el todo como Pueblo. Y esa esperanza solo puede hacerse realidad mediante la articulación de todas esas organizaciones múltiples, lo cual implica liderazgo y conducción con una estrategia. Una articulación, una conducción, una estrategia, una fuerza política, para actuar en situación de crisis y ser alternativa en la disputa de poder

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