

POR CARLOS MEDINA GALLEGO (*)
1. LA LLEGADA AL PODER DEL PROGRESISMO EN MEXICO
En 2018, AMLO llegó a la presidencia tras dos intentos fallidos en 2006 y 2012. Su victoria no solo fue contundente (con más del 53% de los votos), sino que también reflejó un cansancio generalizado frente a la corrupción, la violencia y la pobreza persistente. A diferencia de sus campañas anteriores, esta vez logró articular un movimiento amplio que incluyó a sectores de izquierda, comunidades populares, clases medias descontentas y movimientos sociales. MORENA no solo se posicionó como una fuerza electoral, sino como un nuevo actor político capaz de disputar el sentido del Estado y el proyecto nacional.
Este ascenso significó un quiebre con la lógica tradicional de alternancia entre PRI y PAN, y marcó el inicio de un nuevo ciclo progresista en México. El nuevo gobierno se presentó como un "gobierno del pueblo", dispuesto a desmontar las estructuras del viejo régimen.
2. UNA OPOSICIÓN CONSERVADORA Y LAS INERCIAS DEL SISTEMA
Desde su llegada al poder, los gobiernos progresistas han enfrentado una oposición férrea de los partidos tradicionales y de los grupos de poder económico y mediático. La alianza entre PRI, PAN y PRD (conformada en la llamada coalición Va por México) ha buscado frenar las reformas progresistas, especialmente en el ámbito energético, judicial y de salud pública. Los grandes medios de comunicación, tradicionalmente ligados a las élites, han construido narrativas que presentan al gobierno como autoritario, populista y peligroso para la democracia, reforzando estereotipos y promoviendo una visión conservadora del país.
Además, la herencia institucional del neoliberalismo impuso restricciones administrativas, tecnocráticas y legales que dificultan la transformación profunda del aparato estatal. A pesar del discurso de “cuarta transformación”, muchos funcionarios públicos aún responden a lógicas burocráticas tradicionales, y sectores del Poder Judicial y organismos autónomos han actuado como diques de contención frente a iniciativas de cambio.
3. LOGROS EN DERECHOS Y JUSTICIA SOCIAL
Uno de los mayores logros del gobierno progresista ha sido la ampliación de los programas sociales. Bajo el lema de "por el bien de todos, primero los pobres", se implementaron transferencias directas para adultos mayores, personas con discapacidad, jóvenes sin empleo y estudiantes. Estos programas han contribuido a reducir la pobreza extrema y han fortalecido el ingreso de millones de hogares. En 2022, el CONEVAL reportó una reducción significativa en la pobreza multidimensional.
En materia de salud, el gobierno impulsó el sistema IMSS-Bienestar como una alternativa al fracasado Seguro Popular, buscando garantizar el acceso universal a la salud. En educación, el aumento al salario de los maestros y el fin de la llamada “reforma educativa” neoliberal representaron un reconocimiento a la labor docente y una reivindicación de la escuela pública como derecho.
Asimismo, el gobierno promovió una reforma laboral que reconoció el derecho a la libre sindicalización y la democracia en los centros de trabajo, rompiendo con décadas de control corporativo sobre los trabajadores.
4. LIMITACIONES Y CONTRADICCIONES
Pese a estos avances, persisten limitaciones significativas. Los programas sociales, aunque necesarios, no han ido acompañados de una transformación estructural de la economía. La desigualdad persiste, y amplios sectores continúan excluidos del acceso a servicios de calidad. El desarrollo económico ha sido modesto y aún muy dependiente de la inversión extranjera y de la relación con Estados Unidos.
En materia ambiental, algunos megaproyectos como el Tren Maya o el Corredor Interoceánico han sido fuertemente cuestionados por comunidades indígenas y organizaciones ecológicas, que denuncian desplazamientos, afectación a ecosistemas y decisiones verticales sin consulta previa.
En cuanto a seguridad, la estrategia de "abrazos, no balazos" no ha logrado frenar la violencia estructural del país. Aunque se ha evitado una política de guerra abierta como en los sexenios anteriores, los cárteles del narcotráfico siguen controlando vastos territorios, y la impunidad continúa siendo un problema crítico.
4. POLÍTICA EXTERIOR Y SOBERANÍA
Uno de los aspectos más destacados del gobierno progresista ha sido la recuperación del principio de soberanía en la política internacional. México ha retomado una diplomacia activa en defensa de la autodeterminación de los pueblos, manifestando su rechazo a los bloqueos a Cuba y Venezuela, y condenando el golpe de Estado en Bolivia en 2019. Asimismo, otorgó asilo político a Evo Morales y defendió el derecho de los pueblos a elegir su destino sin injerencias externas.
Sin embargo, esta política exterior soberana ha tenido límites frente al peso de Estados Unidos. La renegociación del T-MEC (Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá) fue una muestra de pragmatismo económico que impuso nuevas condiciones laborales pero también amarró aún más la economía mexicana a la lógica del libre comercio.
5. MIGRACIÓN Y LOS MUROS DE LA INFAMIA
Uno de los desafíos más complejos para los gobiernos progresistas en México ha sido la política migratoria. Situado entre Centroamérica y Estados Unidos, México se ha convertido en un país de tránsito y de destino para miles de migrantes que huyen de la pobreza, la violencia y el cambio climático.
Frente a las presiones del gobierno de Donald Trump, el gobierno de AMLO aceptó desplegar la Guardia Nacional en la frontera sur para contener el flujo migratorio, lo cual fue criticado como una cesión a los intereses estadounidenses. Al mismo tiempo, se implementaron programas como "Sembrando Vida" en países centroamericanos con el propósito de atacar las causas estructurales de la migración.
No obstante, las condiciones de los migrantes en tránsito siguen siendo precarias. Los centros de detención están sobrepoblados, se han documentado violaciones a los derechos humanos, y el crimen organizado continúa extorsionando, secuestrando y asesinando migrantes. La tragedia del incendio en el centro migratorio de Ciudad Juárez en 2023 reveló la profundidad del problema y la falta de una estrategia integral y humanista en la materia.
El muro fronterizo, símbolo de exclusión y racismo, ha seguido siendo reforzado por Estados Unidos, con la cooperación, directa o indirecta, del Estado mexicano, bajo el argumento de la contención y la seguridad nacional. Esto representa una de las contradicciones más dolorosas para un gobierno que se declara defensor de los derechos humanos y de los pueblos oprimidos.
6. RETOS ACTUALES DEL GOBIERNO DE CLAUDIA SHEINBAUM
El nuevo gobierno encabezado por Claudia Sheinbaum, primera mujer en la historia de México en asumir la presidencia, hereda tanto los logros como los desafíos del proyecto progresista iniciado por AMLO. Su reto principal será dar continuidad a la transformación sin perder el vínculo con los movimientos sociales ni ceder a las presiones del poder económico.
LOS PRINCIPALES DESAFÍOS DE LOS GOBIERNOS PROGRESISTAS EN MÉXICO
Entre los principales desafíos y retos que tienen los gobiernos progresistas del presente y el futuro en México podrían señalarse los siguientes:
1. CONSOLIDAR LA JUSTICIA SOCIAL: No basta con transferencias económicas. Se requiere una reforma fiscal progresiva, fortalecimiento del Estado social y garantía plena de derechos.
2. FORTALECER EL ESTADO DE DERECHO: La impunidad, la corrupción judicial y la debilidad institucional siguen siendo un obstáculo para cualquier política pública efectiva.
3. GARANTIZAR UNA TRANSICIÓN ECOLÓGICA JUSTA: México debe avanzar hacia una economía sustentable sin sacrificar territorios ni comunidades. Esto implica diálogo con pueblos originarios y respeto al medio ambiente.
4. REDEFINIR LA POLÍTICA MIGRATORIA: Se necesita una política más humana, regional e incluyente, que no subordine la soberanía a las exigencias de Washington.
5. REFORZAR LA SOBERANÍA NACIONAL: Enfrentar al capital transnacional, democratizar los medios de comunicación y recuperar sectores estratégicos debe ser parte del proyecto soberano.
6. PROFUNDIZAR LA DEMOCRACIA PARTICIPATIVA: La movilización popular debe ser una fuerza activa de transformación y no solo una base electoral pasiva.
A MANERA DE CIERRE
Los gobiernos progresistas en México representan un esfuerzo legítimo y necesario por romper con décadas de neoliberalismo, autoritarismo y exclusión. Han logrado avances importantes en materia de derechos sociales, justicia laboral y dignidad nacional. Sin embargo, enfrentan poderosos enemigos externos e internos, así como contradicciones internas que deben ser resueltas con mayor radicalidad democrática y con una renovada alianza con el pueblo.
El futuro del progresismo mexicano dependerá de su capacidad para gobernar con eficacia sin traicionar sus principios. La historia les ha abierto una puerta, pero solo la coherencia, el compromiso y la voluntad colectiva podrán mantenerla abierta para las generaciones por venir.
(*) Historiador- Analista Político