01/09/2025 - Edición Nº1826

DDHH | 31 ago 2025

Desde Venezuela

Desafíos de la Paz Mundial

Un clamor desde los pueblos ante el genocidio en Gaza y otros conflictos actuales


Por Numa Molina-septiembre de 2025.

A medida que el mundo se acerca al 21 de septiembre, Día Mundial de la Paz, la humanidad enfrenta un panorama sombrío en cuanto a la defensa de los derechos humanos y la preservación de la paz. Las posturas guerreristas de las diferentes  potencias en lugar de bajar el tono se tornan cada día  más belicosas.

Supongamos que el mundo es el barrio la Lucha, un barrio  cualquiera de nuestras grandes ciudades y en ese barrio existe un comando de policía responsable de mantener  el orden público, pero no lo hace para no  meterse en problemas. Esa ineficincia comenzará a sentirse en la población del barrio como un gran peligro el día que aparece en el escenario una pandilla de violentos   que quieren imponerse por medio de las armas y sin respetar la ley. La gente del barrio se sentirá desprotegida e impotente ante la amenaza que significa ese grupo armado a quien nadie en el barrio puede detener ya que quienes tienen el poder para hacerlo han perdido totalmente la capacidad para cumplir con ese objetivo. La misión del comando de policía  es mantener la paz de aquel hipotético barrio pero, coaccionado por la banda de violentos,  ya no está en  capacidad de hacerlo. Así  se siente hoy la humanidad, como la gente del barrio La Lucha, testigos mudos e impotentes  ante la carrera armamentista de un grupo de  violentos planetarios  y  una ONU (comando de policía) que perdió la capacidad de ejercer su liderazgo y consolidar  la paz en esta aldea global.      

Este año 2025 el día internacional de la paz lo vivimos  en un contexto marcado por el genocidio en Gaza. Hechos tan escandalosos como la prohibición de un corredor humanitario por parte de Israel para que entren alimentos y medicinas al territorio palestino dejan en evidencia  que la ONU como único árbitro mundial para la paz global, perdió  credibilidad y no cumple con su objetivo. También existen otros escenarios bélicos incontrolados como la agresión  a los pueblos de Asia Occidental Siria e Irán, y la guerra  orquestada por   la Unión Europea usando a Ucrania como pretexto para atacar a Rusia, de esto hoy no se habla pero esa es la verdad histórica y hay que investigarla para no pecar de ingenuos.

Otro elemento no menos importante que forma parte de la violación incontrolada de derechos humanos  elementales es la creciente persecución contra inmigrantes en diversas regiones del mundo pero de modo más acentuado y oficial en los Estados Unidos. El   panorama descrito nos confirma que la  comunidad internacional se encuentra en un punto crítico y las demandas de justicia y protección se hacen más urgentes cada día.

El conflicto en Gaza ha alcanzado niveles alarmantes, con miles de vidas perdidas y una infraestructura devastada. Las imágenes de sufrimiento humano han conmocionado a la opinión pública global, pero las respuestas han sido desiguales e injustas.  La comunidad internacional, liderada por las Naciones Unidas se ve enfrentada  al  reto de actuar decisivamente para frenar esta crisis humanitaria y garantizar la protección de los pueblos u optar por   parcializarse  con los intereses geoestratégicos e inhumanos de los gobiernos hegemónicos que  obstaculizan una respuesta justa ante el dolor de muchos seres humanos.

La ONU en la mira de los pueblos.

El Día Mundial de la Paz nos recuerda que la promoción de una cultura de paz es responsabilidad de todas y de todos. Sin embargo, este 2025  cuando se cumplen 80 años de la creación de las Naciones Unidas,  surge espontánea la pregunta: ¿está  la ONU a la altura de estos desafíos? ¿Con este organismo incoherente y seducido por la ley del más fuerte es posible hacer justicia a los pueblos agredidos? La organización fue concebida para garantizar la paz,  prevenir guerras y fomentar la cooperación internacional, pero su efectividad ha sido puesta a prueba por conflictos persistentes y crisis humanitarias que parecen no tener fin.

Con frecuencia escuchamos la afirmación de que la ONU ya no sirve ante este panorama mundial, pero al mismo tiempo algunos argumentan que  algunos gobiernos violan la Carta de las Naciones Unidas. Si el problema radica en la violación de la Carta y no en el vacío de derecho internacional  no sería el organismo de las   Naciones Unidas   el principal responsable, sino que el origen del estado actual de cosas radica en la violación  al derecho internacional por algunas potencias. Las dos cosas me parecen pertinentes, hay violación flagrante del Derecho Internacional y al mismo tiempo debilidad evidente el Organismo encargado de hacer valer el Derecho.

Ciertamente que cuando leemos con detenimiento la Carta de las Naciones Unidas encontramos en ella  muchos vacíos, la mayoría  de ellos son necesariamente  producto de los cambios acelerados que vive la humanidad.

El texto de 1945 ya no responde, por ejemplo, a la depredación del planeta. El acelerado desgaste de la biodiversidad y con ella el desequilibrio del medio ambiente se convierte  en un elemento nuevo que hunde sus raíces en una especie de avaricia global que no respeta el ritmo natural de los ecosistemas.

Refiriéndose a este tema, el Papa Francisco afirmaba: “Si bien el cambio es parte de la dinámica de los sistemas complejos, la velocidad que las acciones humanas le imponen hoy contrasta con la la natural lentitud de la evolución biológica. A esto se suma el problema de que los objetivos de ese cambio veloz  y constante no necesariamente se orientan al bien común y a un desarrollo humano, sostenible  e integral. El cambio es algo deseable, pero se vuelve preocupante cuando se convierte en deterioro del mundo y de la calidad de vida de gran parte de la humanidad” (Laudato Si, sobre el cuidado de la casa común n° 18).

También el padre Miguel D’Escoto Brockman quien fuera Presidente de la ONU entre 2008 y 2009,  dejó un precioso ensayo sobre lo que tendría que ser la reforma de la legislación internacional entre ellas la Carta de las Naciones Unidas y propone lo siguiente:

“Tomar las medidas más enérgicas posibles para impedir toda manipulación del clima desde el espacio exterior mediante técnicas de modificación ambiental, hoy por hoy muy avanzada, con el propósito militar de doblegar al adversario provocando inundaciones, sequías, huracanes, terremotos o tsunamis. Este tipo de guerra climática podrá muy pronto convertirse en una de las peores armas de destrucción masiva, crímenes contra la humanidad y genocidio, con la posibilidad de desestabilizar sistemas agrícolas y ecológicos en todo el planeta. No se debería escatimar ningún esfuerzo para impedir que ese tipo de guerra climática jamás llegue a ocurrir” (La Reinvención de la ONU, una propuesta).

Esta es solamente una muestra sobre la necesidad de un “agiornamento” del texto de la Carta de las Naciones Unidas y de otros acuerdos multilaterales.

Por otra parte la Carta de la ONU debe responder a muchos otros temas como el acatamiento estricto a la Declaración Universal de los Derechos Humanos y demás acuerdos  del Derecho Internacional, el respeto a la autodeterminación de los pueblos, el respeto a la paz cuando  los pueblos la han elegido como su modo de vida, etc.

Desde el punto de vista geoestratégico se hace pertinente  afirmar también  que  la sede principal de la Organización de las Naciones Unidas desde sus inicios nació viciada.

La ONU no debe estar ubicada en el país que más ha generado y financiado conflictos bélicos en el mundo como es  Estados Unidos. Qué contradictorio resulta pensar que mientras tienen bases militares en gran parte del planeta para hacer la guerra, ellos  alojan en su territorio a la institución encargada de garantizar la paz. ¿Cómo apostar por la paz y soñar la paz y legislar la paz si tenemos  que levantar la voz desde un país para el que la paz ha terminado siendo un tema subversivo?  ¿Cómo puede hablarse de paz  en el contexto territorial  de un estado hegemónico, mentalizado para hacer la guerra y violar los derechos humanos a sus ciudadanos y a los inmigrantes que ingresan de otras latitudes? Sirvan estas reflexiones como argumento modesto pero válido para argumentar que es urgente un cambio de sede de la ONU a un país que sea neutral o que al menos no sea el antitestimonio de una lucha sin tregua por  la paz mundial.

Papel de los estados.

La falta de acción contundente frente a genocidios y violaciones sistemáticas de derechos humanos pone en tela de juicio la legitimidad del sistema internacional. Los Estados miembros  deben revitalizar su compromiso con los principios de la Carta de las Naciones Unidas, priorizando el diálogo y la diplomacia sobre el uso de la fuerza y clamando por reformas urgentes al texto,  que sean producto del aporte multilateral de los  miembros. Es nuevamente escandaloso el silencio cómplice de muchas naciones miembros de la ONU ante las guerras y crímenes de lesa humanidad.

Volviendo a D’Escoto él soñaba con un nuevo organigrama de la ONU que realmente respondiera a las urgencias del mundo presente:

“Se establecen como órganos principales de las Naciones Unidas: una Asamblea General, un Consejo de Seguridad, un Consejo Económico y Social, un Consejo de los Derechos de la Madre Tierra y de los Derechos Humanos, una Corte Internacional de Justicia, un Tribunal Internacional de Justicia Climática y Protección Ambiental y una Secretaría”

Un departamento  fundamental para la paz es el tan cuestionado Consejo de Seguridad. Él es el responsable directo  de un mundo seguro donde se respete la soberanía de los estados, de los pueblos y de la madre tierra en igualdad de condiciones. Ello forma parte de la nueva propuesta de paz para un mundo en crisis. No obstante, hoy el Consejo de Seguridad está en manos de una élite que toma decisiones según la conveniencia de los estados mas poderosos que lo conforman.

Podemos afirmar que la reforma del Consejo de Seguridad, quien a menudo actúa como un obstáculo en lugar de un facilitador, es crucial para abordar los  desafíos contemporáneos de un mundo en paz.

El papel de los pueblos

En este contexto, la organización popular juega un papel fundamental. Movimientos locales que conformen una red global aprovechando el momento tan oportuno que ofrecen las redes sociales es fundamental. Habría que preguntarse ¿qué está sucediendo con elementos que juegan en contra del acercamiento de los pueblos  en la lucha por  un objetivo común como es la paz ?  ¿Porqué existe la globalización de contenidos bélicos y no existe aún la globalización de contenidos sobre irenología (estudio de la paz y resolución de conflictos)? Como dice la canción de un amigo “cuándo va a reír esta tierra, cuándo va a triunfar el amor” ¿el tan reconocido Congreso de los Pueblos que se convertía en tribuna para que la comunidad mundial elevara su voz, desapareció? ¿Le  callaron su voz?

Hay grupos de derechos humanos, grupos feministas y organizaciones ecologistas que están alzando sus voces, exigiendo acciones concretas para poner fin a las injusticias pero lo hacen de modo disperso, ni siquiera llegan a hacer trabajo en red y los grupos que pertenecen a un mismo país hasta se desconocen. Si los enemigos de la paz han logrado globalizar la guerra, quienes apostamos por un mundo más justo estamos urgidos de encontrarnos en un solo bloque y bajo una misma consigna, pues la presión popular puede ser un catalizador para que los gobiernos y los órganos multilaterales como la ONU  actúen con responsabilidad y compasión.

La agresión ecológica como detonante social de conflictos.

Ya mencionamos antes la importancia del respeto a la madre tierra y su papel en la consolidación de la paz y la felicidad de los pueblos. Quiero recordar que la voracidad del capitalismo en aras del enriquecimiento de grandes trasnacionales de la madera o del agua se han convertido en elementos perturbadores de La Paz de los pueblos. El cambio climático es el reflejo de los ecocidios cometidos en diferentes regiones del mundo, ejemplo de ello son los  pueblos el de Somalia y otras regiones del cuerno del Africa donde millones de personas han sido desplazadas internamente por sequías extremas. Para no ir muy lejos, en Colombia en la zona rural del Carmen de Bolívar casi un centenar de familias se desplazaron  al casco urbano debido a la sequía ocasionada por el fenómeno del niño. Los ejemplos sobran a la hora de contabilizar el efecto que genera una agresión al medio ambiente y su repercusión en los grupos humanos.

Toda acción contra el equilibrio ecológico del planeta es un elemento perturbador para la paz de los pueblos. Y lamentablemente cuando se investiga el origen de tal desequilibrio el originante es el hombre y su acción depredadora a cambio de jugosas ganancias de unos pocos, son las trasnacionales del desequilibrio del planeta.         

La humanidad demanda un enfoque renovado hacia la paz: uno que no solo aborde las consecuencias de los conflictos, sino que también se enfrente a sus causas subyacentes. La educación en valores de paz, el respeto por la diversidad cultural y el fomento del diálogo intercultural son herramientas esenciales para construir sociedades más justas y capaces de reinventarse en favor de la vida y una vida en abundancia.

Llegó el momento de los pueblos en favor de la paz pero el objetivo solo es alcanzable si lo hacemos juntos, en-redados, es decir creando redes globales. La atomización de las luchas, cuando exigen por su propia naturaleza  ser  globales resultan un fracaso y casi siempre terminamos culpando al agresor única y exclusivamente sin percatarnos que como dijo el cantor del pueblo venezolano Alí Primera “si la lucha se dispersa no habrá victoria popular en el combate”.

Enfoque jesuánico de la paz. 

Por último quiero hacer mención a la propuesta pacífica de Jesús ya que estamos escribiendo estas reflexiones desde el occidente cristiano.

Jesús de Nazaret dejó dicho en el Evangelio “La Paz les dejo mi paz les doy, no como la da el mundo la doy yo” Tomemos en cuenta que,  según esta cita,   la paz jesuánica es una paz al modo de Jesús, no es como la daba el mundo conocido que era el Imperio Romano.  Mientras los romanos, que representaban el hegemón del momento, pregonaban la PAX romana una paz alcanzada por medio de las armas y a fuerza de represión, Jesús propone una paz a su estilo, es el shalom judío que para el pueblo significaba la paz interior pero una paz que no significaba solo la ausencia de conflicto sino bienestar, tranquilidad, confianza colectiva, igualdad de oportunidades y se alcanza no por la coerción sino por la justicia. La paz jesuánica es una paz que acontece después de un largo proceso político y social en el que cada uno asume, como consecuencia del seguimiento de Jesús, su tarea de hacer  fraternidad. Es una paz que no se hace efectiva si primero no acontece la compasión como ingrediente fundamental para poder hacer vida comunitaria.

Compasión, misericordia, empatía, bien común son fundamentales en un ser humano que quiera establecer una paz según Jesús.

 

De tal modo que no puede haber paz sin justicia y no puede haber justicia sin que el hombre esté en condiciones de com-padecerse es decir de padecer con el otro, la otra. Sentir como suyos los dolores del prójimo (del próximo) y del lejano. A mi, desde Venezuela me tienen que desgarrar el alma las masacres de los niños de Palestina que mueren asesinados o de hambre y me tienen que doler los niños del cuerno de Africa que mueren de pobreza o los jóvenes destruidos por el fenómeno de la droga en un barrio pobre de Nueva York o cualquier ciudad del mundo como igualmente me importan los derechos humanos del barrio donde vivo.

Sucede un fenómeno interesante con esta paz jesuánica y es que cuando comienza a gestarse en el corazón del ser humano despierta en él la misión profética,  y el profeta es aquel que anuncia  y denuncia. El profeta invita a vivir y actuar como Jesús y esto trae como consecuencia la persecución por parte de los poderes establecidos que ven desnudadas sus malas intenciones. Con razón el Maestro de Nazaret también nos dijo que  “él no había venido a traer la paz a la tierra sino la división” a consecuencia de las posturas asumidas por sus seguidores de este nuevo modo de construir la paz.  Con razón el gran profeta del Mato Grosso brasileño Pedro Casaldáliga llegó a afirmar que “La paz cristiana es una paz que no nos deja en paz”. Ejemplos tenemos de sobra en América Latina de profetas que murieron luchando por una paz con justicia: Monseñor Romero, Rutilio Grande, Ignacio Ellacuría y compañeros mártires, Monseñor Gerardi en Guatemala, las Hermanas misioneras de Maryknoll en El Salvador y muchas otras y otros han sido testimonio de esa paz jesuánica que no se construye sino a fuerza de vida y sacrificio pero es la paz auténtica.

Concluimos afirmando que en  el Día Mundial de la Paz, es imperativo que cada individuo reflexione sobre su papel en la promoción de un mundo más justo y pacífico.  Solo a través de un esfuerzo colectivo y un compromiso inquebrantable con los derechos humanos podremos enfrentar los desafíos actuales y construir un futuro donde la paz sea una realidad tangible para todas y todos.

 

OPINÁ, DEJÁ TU COMENTARIO:
Más Noticias

NEWSLETTER

Suscríbase a nuestro boletín de noticias