

Por Santiago Ali Brouchoud (*)
Hoy continuaremos abordando el tópico de las relaciones de subordinación con Inglaterra. En el capítulo anterior (8) nos referimos a lo que habíamos esbozado en entregas anteriores y llegamos hasta la Guerra de la Triple Alianza o guerra del Paraguay. En este capítulo abordaremos especialmente cuestiones financieras y nos ocuparemos de las crisis de 1889 y 1929 y el pacto de entrega Roca Runciman de 1933, al que le vemos muchas semejanzas en cuanto a la actitud de vasallaje con el reciente acuerdo del presidente Milei con Donald Trump y la secretaria del Tesoro estadounidense.
Por supuesto que además de considerar los aspectos financieros y la subordinación política de Argentina a Inglaterra trataremos los límites del extractivismo, de la división internacional del Trabajo establecida en el siglo XIX. Este orden económico internacional se repite en la actualidad con el neoliberalismo imperante y con previsibles consecuencias similares para los países que están sometidos a relaciones de subordinación respecto de los países centrales, olvidando que el desarrollo del mercado interno a través de la industria y la ciencia y tecnología es el único camino probado de crecimiento económico con justicia social y autonomía operativa.
Es clara la influencia británica en la crisis económica argentina de 1889 que motivó la culminación anticipada del mandato presidencial de Miguel Juárez Celman y la creación de la Unión Cívica primero y la Unión Cívica Radical luego. Ciertos autores plantean que la incidencia británica en la crisis de 1889 fue indirecta o relativa. Pero hay que considerar que Argentina dependía fundamentalmente de capitales y tecnología británica sobre todo en infraestructura ferroviaria, frigorífica, forestal y bancaria, lo que la convirtió, además de en dependiente, en vulnerable a las fluctuaciones del Reino Unido. Las inversiones británicas habían impulsado una rápida acumulación de capital y el modelo agroexportador que siempre resaltamos en esta Historia, volviendo a la economía argentina dependiente de las importaciones de productos manufacturados británicos.
Como toda crisis que se va gestando, los capitales especulativos huyen y la economía dependiente argentina colapsa al retirarse los capitales británicos. Los capitales británicos se asocian a la oligarquía comercial y terrateniente de la Argentina, considerada por muchos anglo-criolla pues los capitales locales se asocian a los británicos para acelerar la acumulación de capital a su favor. La reducción de la inversión británica en la construcción ferroviaria y en otras actividades, sumada a la caída del precio de las materias primas, provocó una gran vulnerabilidad económica. En esos momentos, tal como ocurre ahora, la caída del precio internacional del petróleo, cereales y otras materias primas, hizo desmoronar las economías de los países no desarrollados y subordinados. Por eso insistimos en que el desarrollo industrial es fundamental para evitar las crisis recurrentes.
La vulnerabilidad de la economía hace colapsar no sólo el sistema económico, sino que tiene consecuencias sociales inmediatas (depreciación del salario, desocupación, hambre y miseria), y casi inmediatamente consecuencias políticas, como en este caso renuncia del presidente Juárez Celman y su sustitución por su vicepresidente Carlos Pellegrini, que si bien formaba parte de la oligarquía política tomó algunas medidas positivas que reencarrilaron el país.
Veintidós años después, se dicta la llamada Ley Sáenz Peña, que estableció el voto secreto universal y obligatorio (aunque las mujeres siguieron sin votar), que con su aplicación permitió el acceso al gobierno de la UCR, creada al calor de la crisis de 1889. En 1929 se produjo una crisis económica mundial, que como siempre ocurre, repercutió más en los países más débiles y dependientes y por eso se sintió mucho en la Argentina. Sobrevino el golpe empresarial militar que desplazó a Hipólito Yrigoyen y restituyó el Poder oligárquico, dando inicio a la larga década infame (1930-1943), que restableció el “fraude patriótico” y deterioró la vida de las mayorías.
Un hecho saliente la década del ’30 fue el pacto Roca- Runciman. A raíz del crack de 1929 y la caída de las exportaciones de carnes hacia Gran Bretaña, la oligarquía criolla procuró pactar un acuerdo que garantizara una cuota cárnica para la Argentina de parte del Reino Unido. Esto se logró relativamente con el pacto Roca- Runciman de 1933. A partir de la crisis de 1929 Inglaterra priorizó la compra de carnes en países del Commonwealth y redujo la compra de carnes argentinas. Asimismo, Argentina redujo la importación de productos manufacturados británicos y tuvo que iniciar un proyecto industrial sustitutivo de importaciones que se aceleró con el advenimiento del primer peronismo en la década del 40. En Argentina se crearon organismos protectorios del campo y la banca como la Junta Nacional de Granos, la Junta Nacional de Carnes y el Banco Central de la República Argentina (BCRA).
Volviendo al Pacto, en 1933 el gobierno argentino envió una Misión encabezada por el vicepresidente Julio Argentino Roca (h) , descendientes del dos veces presidente y que encabezada la segunda campaña del desierto, el tucumano Julio Argentino Roca, del que hablamos en la parte 7. El acuerdo que se firmó era supuestamente para garantizar que las exportaciones de carnes a Gran Bretaña no descendieran demasiado y a cambio de ello compensaba a Gran Bretaña con beneficios para la importación de sus productos manufacturados. En la práctica, la cuota cárnica fue más promesa que realidad y a cambio de ello la Argentina acordó reducir aranceles de casi 350 productos británicos al valor de 1930 y abstenerse de imponer aranceles a las exportaciones como el carbón, deteriorando así la economía nacional.
El tratado tuvo fuertes repercusiones públicas que desencadenaron un conflicto político. A raíz de las denuncias del legislador y dirigente demócrata progresista de Santa Fe Lisandro de la Torre se produjo el asesinato en el Senado de la Nación de Enzo Bordabehere, presuntamente por error al querer asesinar a de la Torre. La influencia británica decreció con la Segunda Guerra mundial y con el peronismo, que dispuso la nacionalización de los ferrocarriles y otras empresas británicas en el primer mandato del presidente Juan Domingo Perón. Finalmente, dejamos para un capítulo próximo la historia de la empresa inglesa La Forestal.
(*) Fundador del Movimiento Federal por la Soberanía Nacional. Colaborador en Argentina con el Semanario Vanguardia Campesina