23/11/2025 - Edición Nº1909

Economía y Política | 9 nov 2025

la bicicleta

La deuda externa, lastre para muchos y negocio para unos pocos

El proceso de endeudamiento externo argentino en los períodos 2016-2019 y 2024-2025 puede comprenderse a la luz del paradigma de la financiarización. Este fenómeno adopta en los países periféricos una forma específica: el endeudamiento externo no está dirigido a sostener procesos de inversión productiva o expansión del gasto social, sino a garantizar retornos extraordinarios a los flujos financieros especulativos.


Por Pablo Tigani*

Durante las últimas dos décadas, Argentina ha atravesado ciclos de endeudamiento, valorización financiera y crisis macroeconómicas que exhiben una regularidad perturbadora. Lejos de obedecer al azar o a condiciones exógenas incontrolables, estos procesos parecen responder a una lógica funcional a ciertos intereses concentrados, tanto internos como externos, que se repiten en sus protagonistas y en sus métodos.

En particular, los gobiernos de Mauricio Macri (2016-2019) y Javier Milei (2024-2025) comparten una matriz común; la transferencia regresiva de ingresos a través del endeudamiento externo, la liberalización financiera y la fuga sistemática de capitales. Pero, más aún, comparten equipos técnicos y operadores financieros que migran del sector privado al público y viceversa, operando como gestores de oportunidades de negocios bajo la fachada del tecnocratismo.

Las principales hipótesis de este artículo son las siguientes:

1.- Que el endeudamiento no fue un medio sino un fin; se utilizó como mecanismo para financiar negocios privados de carry trade en detrimento del bienestar colectivo.

2.- Que las consecuencias socioeconómicas del modelo aplicado son medibles; destrucción de la industria, pérdida de empleo, aumento de la desigualdad, desinversión y retroceso del Estado como agente rector del desarrollo.

3.- Que las ganancias de los grupos implicados, aunque difíciles de rastrear por su opacidad, son observables en los balances de fondos internacionales, declaraciones patrimoniales y el posterior reciclaje de estos actores en nuevas funciones públicas: La relación de Robert Citrone, dueño del fondo Discovery Capital ex compañero de Scott Bessent, secretario del Tesoro de EE.UU. y Caputo, despierta sospechas de información privilegiada. El fondo que dirige llegó a ganar dos millones de dólares diarios con operaciones en bonos argentinos durante 2024 y 2025.

Financiarización y dependencia

El proceso de endeudamiento externo argentino en los períodos 2016-2019 y 2024-2025 puede comprenderse a la luz del paradigma de la financiarización, definido como la creciente subordinación de las economías nacionales a las lógicas de valorización financiera global. Este fenómeno, observado a escala planetaria desde los años ochenta, adopta en los países periféricos una forma específica: el endeudamiento externo no está dirigido a sostener procesos de inversión productiva o expansión del gasto social, sino a garantizar retornos extraordinarios a los flujos financieros especulativos.

La economía política del endeudamiento argentino también remite al concepto de “dependencia financiera”, en el sentido propuesto por Theotonio dos Santos y adaptado por autores contemporáneos como Eduardo Basualdo. Desde esta perspectiva, el endeudamiento funciona como vehículo de subordinación estructural, consolidando relaciones asimétricas entre el capital financiero transnacional y los Estados periféricos. Argentina, con su historia cíclica de endeudamiento y fuga, se convierte así en un laboratorio privilegiado para observar cómo opera esta lógica.

Puerta giratoria

El papel de los agentes financieros que transitan del sector privado al público y viceversa ha sido ampliamente abordado por la teoría del regulatory capture (Stigler, 1971), según la cual los reguladores terminan actuando en favor de los intereses de las empresas que deberían supervisar.

Conceptos como el de puerta giratoria (revolving door) o colonización tecnocrática son útiles para pensar el modo en que ciertos individuos -formados como traders, analistas o expertos en fusiones y adquisiciones en entidades como JP Morgan, Deutsche Bank, Goldman Sachs y otros- asumen cargos clave en el Ministerio de Economía, el Banco Central, Nucleoeléctrica Argentina; toman decisiones favorables a sus anteriores empleadoras, y luego retornan al mundo corporativo con mayor capital simbólico y contactos.

Este comportamiento no implica necesariamente la comisión de delitos en sentido jurídico, pero sí plantea un dilema ético y político de primer orden: ¿puede el Estado defender el interés público si sus decisores responden a una racionalidad privada transnacional?

El auge de las finanzas como campo autónomo de poder ha sido analizado por autores como Abolafia y Michel Callon, quienes destacan cómo los mercados no solo operan con cifras, sino también con narrativas, símbolos y legitimidades construidas socialmente. En este sentido, los operadores financieros actúan como agentes simbólicos que imponen un sentido sobre lo que es “responsabilidad fiscal”, “confianza del mercado”, o “madurez económica”.

Los operadores de Wall Street construyen redes de influencia, operan con cinismo profesionalizado y utilizan su conocimiento privilegiado para obtener beneficios en mercados emergentes, como el argentino, donde la debilidad institucional facilita sus maniobras.

El arquitecto

Luis Caputo fue el principal ideólogo de la estrategia de endeudamiento acelerado del gobierno de Mauricio Macri. Antes de su ingreso a la función pública, fue jefe de trading para América Latina en JP Morgan y jefe de la mesa de trading para Latinoamérica y Europa del Este del Deutsche Bank desde Londres. Desde allí tejió vínculos duraderos con los principales fondos especulativos, como BlackRock, PIMCO, Vanguard y Templeton, quienes luego participarían activamente en la compra de deuda argentina durante su gestión como secretario y luego ministro de Finanzas.

Caputo fue el responsable directo de la emisión de más de 100.000 millones de dólares entre 2016 y 2018, a tasas que en muchos casos superaron el 7% anual en dólares, una cifra exorbitante para un país sin acceso normal a los mercados. Estas emisiones se justificaron como un “regreso a los mercados”, pero en realidad consolidaron un modelo de carry trade en el cual inversores extranjeros entraban con dólares, cobraban altas tasas de interés en pesos, y luego fugaban capitales comprando dólares a precios subsidiados.

El caso más emblemático fue la colocación de un bono a 100 años en 2017, una operación simbólica de la subordinación argentina al capital financiero, con una tasa efectiva de 7,9%.

El socio silencioso

Santiago Bausili, socio de Caputo en la consultora Anker Latin America, fue su mano derecha tanto en el Deutsche Bank como en el Ministerio de Finanzas de Macri. En ambos lugares coordinó estrategias de colocación de deuda y asesoramiento a fondos de inversión interesados en operaciones de altísima rentabilidad en mercados emergentes. En la gestión pública ocupó cargos clave como subsecretario de Financiamiento y luego secretario de Finanzas, participando activamente en todas las licitaciones de deuda en moneda extranjera y en pesos.

Durante el gobierno de Javier Milei (2023–2025), Bausili fue designado presidente del Banco Central de la República Argentina, desde donde ejecutó una política de estatización de pasivos remunerados del BCRA mediante el pase paulatino de Leliqs y “operaciones de pases” a deuda del Tesoro Nacional, reproduciendo el esquema de desendeudamiento formal a costa de mayor vulnerabilidad externa. Esta operación permitió al mercado deshacerse de instrumentos de regulación monetaria en pesos, que, eventualmente, estaban sujetos a un eventual sucedáneo de “Plan Bonex” (Canje forzoso).

El bajo perfil de Bausili contrasta con la magnitud de sus decisiones. Fue uno de los encargados de garantizar retornos exorbitantes a los fondos de inversión que habían entrado en 2016-2017 y cuyos bonos se revalorizaban con cada emisión garantizada por el Estado argentino.

El lobista global

José Luis Daza es una figura menos conocida para el público argentino, hizo los primeros intentos en los noventa por interesar a Miguel Kiguel en hacer el Megacanje cuando estaba en JP Morgan, pero es el hombre clave en la arquitectura internacional del endeudamiento.

Hijo de un diplomático, luce más circunspecto que Caputo. Economista nacido en Argentina, nacionalizado chileno, ex JP Morgan, ex Deutsche Bank, ex asesor del BID, fundador de QFR Capital Management, donde es socio de Demian Reidel (asesor económico de Javier Milei, ex Goldman Sachs y JP Morgan).

Daza tiene relaciones aceitados en Washington, Nueva York y Santiago de Chile. En los últimos años, su figura reaparece como asesor informal de los gobiernos neoliberales sudamericanos, incluido el de Javier Milei y el candidato ultraderechista Kast en Chile.

Daza no solo ha operado como asesor, sino también como deal-maker: participó en la articulación de los vínculos entre el equipo económico de Caputo y los fondos globales con interés en deuda argentina. Su rol ha sido más diplomático que técnico; facilitar reuniones, destrabar condiciones de financiamiento y garantizar canales de fuga seguros para los inversores.

El ejecutor operativo

Pablo Quirno, ex Director para Latinoamérica de JP Morgan en Nueva York, fue jefe de Gabinete del Ministerio de Finanzas durante la gestión de Luis Caputo y ocupó también posiciones clave durante el retorno del macrismo financiero con Milei.

Su rol ha sido eminentemente operativo; armado de roadshows internacionales, coordinación con bancos colocadores, redacción de prospectos y negociaciones con calificadoras de riesgo. Aunque no tuvo la visibilidad de Caputo, fue quien ejecutó muchas de las decisiones que luego comprometieron la sostenibilidad de la deuda argentina.

En el ciclo 2024-2025, Quirno reaparece como parte del equipo económico que relanza la misma estrategia de endeudamiento rápido, pago de diferenciales de tasas extravagantes en dólares y pesos, funcionales al carry trade, y desarme abrupto de regulaciones a los movimientos de capitales. En todos los casos, su función fue garantizar “seguridad” para los tenedores de bonos, aún a costa de la soberanía financiera nacional. Recientemente fue nombrado Canciller en reemplazo de Gerardo Werthein.

Incorporación

La última incorporación al equipo es Alejandro Lew, quien fue vicepresidente del Banco Central en los primeros meses del gobierno de Milei y antes manejó las finanzas de YPF durante la gestión de Alberto Fernández. También pasó por HSBC y, como sus colegas de equipo, por el JP Morgan.

Y es imposible omitir al pionero, Alfonso Prat Gay, quien fue el primer Ministro de Hacienda del gobierno de Mauricio Macri (2015-2016) y sentó las bases del modelo posterior. Ex JP Morgan, Prat Gay fue presidente del Banco Central durante el interregno de la crisis 2001-2002, donde fogoneó los primeros acercamientos con Wall Street tras el default. Como ministro, eliminó los controles cambiarios (“cepo”), canceló la deuda con los fondos buitre en condiciones extremadamente favorables para los acreedores, y habilitó el primer ciclo de endeudamiento rápido.

Epílogo

La deuda, la fuga y la destrucción del aparato productivo no son consecuencias colaterales; son parte constitutiva del negocio financiero. Los análisis anteriores sobre el perfil y las estrategias implementadas por el equipo económico ofrecen una base sólida para comprender no sólo la naturaleza ideológica y funcional de estos actores, sino también las consecuencias concretas y palpables de sus políticas sobre la economía y la sociedad argentina.

*Doctor en Ciencia Política. @DrPabloTigani-Nota de Pagina 12 de 9 de noviembre de 2025

 

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