(*) Por Pedro Peretti
En el 2005 el investigador norteamericano Raymond Baker, en una investigación sobre flujos financieros ilícitos que circulan por el mundo, detectó que: “un 62 % nace en el comercio fraudulento entre empresas, un 35 % de la venta de armas, drogas, trata de personas; y sólo un 3% es corrupción política”. Una parte sustancial, del 62% de la evasión impositiva, entre empresas, se genera a partir del comercio intrafirma. Es decir, el acto comercial se realiza entre filiales o secciones de una misma empresa. El 80% de la exportación de granos en la República Argentina se hace con ese formato. Ejemplo: Cargill Argentina, le vende a Cargill Uruguay, y Cargill Uruguay, a Cargill China ¡Esa es la forma de evasión más difundida, no la única, en nuestro comercio exterior! El instrumento para maquillar este tipo de transacciones opacas son los denominados precios de transferencias ¿Qué es ésto? “son los precios establecidos en las transacciones de bienes tangibles o intangibles o servicios entre empresas de un mismo grupo multinacional. Según los tributaristas Alejandro Gaggero y Gustavo Zanotti, las maniobras de las agroexportadoras, por la manipulación de los precios de transferencias, entre sus propias empresas cáscara montadas, (generalmente) en el Uruguay, y/o filiales, que les permiten embolsar la friolera de entre 1.200 y 2.400 millones de dólares/año. Eligen el vecino país, porque es de baja o nula tributación, ya que no cobra impuestos a las rentas provenientes de actividades realizadas en otros países. Comercio intrafirma y precios de transferencia, son dos instrumentos siameses para maximizar, (por vías non sancta), las ganancias de las mega exportadoras.
Esta burla al fisco, con visos de legalidad, es difícil de detectar, porque conlleva una compleja planificación tributaria, la cual requiere, dosis similares de expertos fiscalistas, (sin patria ni bandera), con estados débiles y una buena porción de funcionarios corruptos. Todos ingredientes que se encuentran en forma abundante en la Argentina. A los que hay que agregar una alta dependencia presupuestaria de los commodities agrícolas. El combo sabe de maravilla…¡para “ellos”! Para el pueblo, eso significa, en términos prácticos, menos jubilaciones, salud y educación.
A estas prebendas tributarias hay que sumarles, (nunca tienen bastante), los convenios de doble imposición: “de los 16 países que forman parte de la cuenca del Paraná, 13 tienen leyes impositivas especiales. Es decir, que los impuestos que pagan cada una de esas empresas, no son los mismos que pagan las empresas de bandera nacional”. Estos convenios especiales implican que por ejemplo, en Santa Fe, un puerto privado o una agroexportadora paga de Ingresos Brutos 0,50% de alícuota mientras que un kiosquero paga 2,29% , y la actividad agropecuaria, cualquiera sea su tamaño en hectáreas, está exenta.
En Argentina, las multinacionales, grandes empresas nacionales y los terratenientes, (que existen), pagan chirolas en relación a la plata que generan y ganan, mientras que las Pymes, (campo/ciudad), y los ciudadanos de a pie, son esquilmados. “La única verdad es la realidad”
Pero la cosa no termina ahí. Agreguemos los convenios de doble imposición. Éstos son los acuerdos internacionales donde cedemos soberanía tributaria y capacidad impositiva. Ejemplo: Hidrovía SA, empresa integrada por la belga Jan de Nul y la nativa Emepa, (cuyo dueño es un ex chatarrero de Chascomús), a quienes en el año 1995 les concesionaron el dragado del Paraná, y para que la “fiesta” sea completa, el 12 de junio de 1996, el Estado argentino firmó el convenio de doble imposición con Bélgica.
Esta madeja de prebendas a favor de los “grandes”, tiene otro componente tan eficaz como hipócrita: el secretismo. Todo está invisibilizado a los ojos de los ciudadanos de a pie, y por ley ¡Si por ley! Son los cuatro secretos de los que habla el economista Horacio Rovelli para proteger el saqueo. El secreto fiscal (ley 11.638, Uriburu), el Bursátil (ley 17.811, Ongania), la Ley de Entidades Financieras ( Videla, 1977), y la ley secreta de puertos privados, de la dictadura, en beneficio de Cargill, y que perfeccionó el menemismo.
La tributarista Maria E. Marano, nos aporta una mirada sobre este tema: “Para garantizar que los DD.HH sean realizados en condiciones de igualdad entre todas las personas y sin distinción, no podemos dejar que unos pocos se beneficien a costa del resto. Es necesario contar con información, y para ello, el secreto fiscal debe ser más democrático y menos cerrado: debe permitir que la sociedad pueda ejercer de manera plena el derecho constitucional de acceso a la información pública”
Eso sí, los voceros mediáticos de las grandes empresas nos propinan a diario lecciones, sobre el gasto público, el orden macroeconómico o el sacrosanto déficit cero. Pero nunca hablan de los precios de transferencias o de los subsidios a las Universidades privadas. Eso no se toca. Es el modelo Hood Robin, a pleno. Sacarle al pobre para darle al rico.“Dime de qué alardeas y te diré de qué careces”.
Ahora bien, Argentina es un país en donde casi nada es como aparenta. Las grandes corporaciones hacen como que pagan impuestos; se quejan constantemente de la presión tributaria, cuando en realidad no tributan casi nada o evaden casi todo.
Veamos cómo funciona el sistema…
Varias universidades, algunas públicas, como la Universidad Nacional de Cuyo, (zona minera, donde la evasión es salvaje), otras privadas como la Universidad Austral, o la de Belgrano, ofrecen cursos, capacitaciones o posgrados en Precios de Transferencias. Imaginen qué se enseña en esos postgrados, ¿a no defraudar al fisco, o el amor a la Patria? ¡No! Son especializaciones en fuga y evasión de divisas, a medida de las necesidades de las corporaciones mineras, petroleras o agrarias y pagadas con dineros públicos. Mirá si van a estar interesadas en formar ciudadanos imbuidos en la rectitud fiscal, por amor sanmartiniano a la patria.
Las Universidades, (estatales o privadas), reciben parte o todo su presupuesto del Estado. Lo explica el exrector de la Universidad Nacional de Catamarca y actual senador, Flavio Fama, (UCR), insospechado de kirchnerismo, “El sistema de educación de Gestión Privada en Argentina, (aparte de subsidios) tiene beneficios fiscales, tiene excepciones de IVA, de Impuestos a las ganancias y tiene algo muy interesante, la ley 27541 le otorga beneficios en las contribuciones patronales a las universidades privadas; y las contribuciones patronales, son el 18% de la nómina. Es mucha plata. Y hete aquí que me encuentro con el decreto 68, del 2025, que prorroga la vigencia de esta ley en torno a las contribuciones patronales”. Pasando en limpio. El Estado Argentino, aparte de los subsidios que distribuye en pago de sueldos a la educación privada, le otorga cuantiosos beneficios fiscales. Y algunas, (no todas), en “agradecimiento”, a tanta “generosidad” estatal, se especializan en capacitar a sus alumnos, para defraudar al mismo Estado que las financia. El senador Flavio Fama -dice con razón- que es mucha plata, lo que se les “perdona”, en contribuciones patronales, IVA, etc, a las universidades privadas. Tampoco son “dos mangos”, la evasión y/o elusión por precios de transferencia. Ahí está el déficit que hay que atacar, no en las jubilaciones o en las personas con discapacidad ¡Miren si no hay plata! El debate es: ¿A quién le cobramos, cómo cobramos,y dónde aplicamos la que cobramos?
¿No es “raro” que las universidades públicas, que dependen exclusivamente del Estado, enseñen en sus aulas cómo minar su propia fuente de financiamiento? ¿O sólo a mí me parece raro? En cambio, para las universidades privadas: ganar plata es su razón de existir. NO educan para el bien común, por más que te digan que sí lo hacen. Su actividad pedagógica está orientada a reproducir las ideas de derechas; y formar las élites de “servicio”, con un sentido ideológico que represente sus intereses de clase, no los del pueblo, ni los de la comunidad. Sólo la educación pública, obligatoria, gratuita, laica y con guardapolvo blanco para todo el mundo, educa en el bien común y junto con la buena alimentación, iguala a todos los pibes y pibas en la misma línea de largada de la vida. La capacitación en Precios de Transferencia es exactamente lo opuesto. Obvio que la educación pública, no es perfecta, tiene muchas falencias y errores. Pero es por ahí y es ahí donde hay que poner los recursos públicos que recuperemos de estos grandes evasores.
¡Ésa debe ser la agenda del peronismo!..
No la de amigarse con los mercados, la de reivindicar al menemismo y la sojización, la de ser comprensivos con los grandes exportadores, la de ningunear la Agricultura familiar, la de jubilar a CFK, la de hacerse potable con los yankees, esa es la agenda de la derecha; y cuando estuvimos “ahí” nos fue mal; muy mal, como país, como pueblo y como movimiento. El menemismo nos sumergió en el basurero de la historia, de donde nos sacaron Nestor y Cristina. “La gratitud no sólo es la mejor de las virtudes, sino la madre de todas”. Memoria, verdad, justicia e historia.(*)
(*) Nota de Pagina 12 de 06 de diciembre de 2025