viernes 26 de abril de 2024 - Edición Nº1333

Economía y Política | 26 nov 2022

SIN SOBERANÍA NO HAY JUSTICIA SOCIAL

MARCO DE SITUACIÓN POLÍTICA Y PERSPECTIVAS

Esta nota desarrolla el marco de situación de la realidad política actual, opciones y perspectivas, según el punto de vista del abogado penalista Tomás Pérez Bodria, reconocido militante peronista, ex concejal de Pilar e integrante del Movimiento Federal por la Soberanía Nacional. Como en todas las notas de opinión, simplemente hacemos un aporte al debate político, lo que no implica que necesariamente acordemos con la visión de nuestros invitados. No obstante la nota pone de manifiesto crudamente las contradicciones del FDT y las dificultades para construir una salida popular a la actual crisis del país.


TOMÁS PÉREZ BODRIA (*)

Cuando comenzó la pandemia publiqué una nota en un periódico de Pilar que distribuí entre los compañeros, titulada "Estado de Situación". No la reiteraré, obviamente, pero sintéticamente expuse allí que la pandemia que se desató justo en la fase final del capitalismo financiarizado globalmente al extremo, vino a ponerle el moño a la desarticulación de esa etapa que abría un nuevo tablero de distribución de poder geopolítico. Y que, por ello mismo,abría una enorme oportunidad para países con altos grados de dependencia, como el nuestro y los de la región. Oportunidad que se montaba igualmente sobre el inevitable reverdecer de los Estados Nación, frente a la globalización neoliberal que la misma pandemia y el encierro que conllevaba, se mostraron como los únicos capaces de brindar las respuestas sanitarias necesarias. Pero dije también que la oportunidad en ciernes reclamaba medidas de fondo y urgentes por parte del gobierno argentino para ser aprovechada puesto que, de lo contrario, los factores de poder ajenos a los intereses populares y que suele denominárselos "real" por la misma dirigencia que no suele ver como tal al emanado del pueblo, se encargaría de reaccionar rápídamente, en defensas propia, anticipándose, para impedir el acotamiento de su prevalencia hegemónica. Entre tales medidas, todas posibles no sólo a partir del poder emanado del voto mayoritario del 27 de octubre de 2919 sino, en ese momento, por el elevado nivel de aprobación con el que contó en presidente Fernández en virtud de las medidas sanitarias tomadas, se encontraba la ampliación de la Corte por DNU a quince ministros, la reposición de la ley de medios, la derogación urgente de las leyes de inversiones extranjeras y de entidades financieras -ambas dictadas por la dictadura cívico-eclesiástica-militar-, la suspensión e investigación del pago de la deuda externa. Los DNU necesarios estaban asegurados por cuanto se contaba con mayoría propia en la Cámara de Senadores y la crisis referida habilitaba tales medidas. Dije también que se requería la modificación de la estructura del gabinete nacional, especialmente del ministerio de justicia a cargo de una amiga del procurador Casal y del fiscal Stornelli y del equipo económico, por cuanto la composición de este último había tenido como objetivo casi exclusivol la renegociación de la deuda, reclamando en cambio la modificación del escenario, un ministro con un equipo que ponga la mira en el aprovechamiento de la crisis pandémica para dejar atrás la macrista. Nada de eso se hizo y, por lo tanto, la reacción del los poderes económicos no demoró. A los tres días del decreto de la cuarentena y prohibición de despidos firmado por Alberto Fernández, el grupo Techint despidió 3.500 trabajadores y el Estado convalidó tales despidos a través de su ministro de trabajo.

 La suerte estaba echada: el gobierno no reaccionó y fue puesto contra las cuerdas, cediendo espacio a cada paso. No estaba en la esencia del FDT el aprovechamiento señalado. El aumento de los comodities, especialmente de los alimentos a partir de la pandemia, lejos de ser utilizado para avanzar sobre los poderes fácticos financiando con sus excedentes un sistema productivo propio, menos dependiente de los insumos externos, sólo provocó el encarecimiento de los alimentos para los argentinos. Las retenciones se convirtieron en una palabra prohibida y hasta el abandono de las más mínimas promesas electorales también -la dicotomía hecha a modo de promesa con "primero los de abajo o entre los jubilados y los bancos, los jubilados",se resolvió en sentido inverso-. La consecuencia se puso de manifiesto con la pérdida de cuatro millones de votos que determinaron la derrota del FDT en las elecciones de medio término del año 2021. Y, lo que es peor, el aumento incesante de la pobreza y la indigencia.

El crecimiento pospandémico, primero como rebote y luego por mérito propio, en el mentado contexto, sólo aquilató la concentración de la riqueza en manos de "cuatro vivos", estando al decir de Cristina Kirchner. La guerra desatada entre Rusia y Ucrania, fue igualmente desaprovechada. Pese al déficit de la balanza energética que provocó, se siguíó dilapidando el superávit de la balanza comercial, asentado en el alto precio de los cereales, que prosiguieron afectando la mesa de los argentinos en lugar de beneficiarlos. Así y todo, en el período 2020- 2022 se registró un superávit de la balanza comercial de 33.000 millones de dólares, que el gobierno del FDT permitió que se escabulleran por la vía del pago de intereses de la deuda, de la remisión de utilidades de las empresas multinacionales y de la autorización para la utilización de dólares al precio oficial para pagar falsos créditos de sus casas matrices. Entre tanto, en octubre de 2020 se firmó el infame decreto 949/20, destinado a eternizar el saqueo a través de nuestro río Paraná, que Alcira Argumedo había estimado en aproximadamente otros 30.000 millones de dólares anuales.

En síntesis, se desaprovechó la oportunidad que abrió la pandemia y la misma guerra Ruso-Ucraniana y se trabajó a favor de los sectores de poder concentrado, consolidando así estos su preeminencia. Quedó, asimismo y de este modo, ampliamente demostrada la espantosa debilidad -no excenta de complicidad- de la construcción de una coalición como la generada el día de la escarapela del año 2019 por Cristina, incapaz de disputar poder en favor de los intereses de las grandes mayorías populares. En ese marco, la recuperación del salario se tornó una quimera. El pueblo, bajo la excusa de la pandemia, que se prolongó una vez finalizada, fue desmovilizado. El gobierno acudió una y otra vez a la remanida fórmula de los acuerdos con los formadores de precios que, por supuesto, jamás cumplieron. Y no tenían por qué hacerlo, toda vez que era y es indisimulable la ausencia total de herramientas para impedirlo por parte del gobierno -no del Estado-, que renunció desde un comienzo a terminar con la cabeza del lawfare, es decir la Corte Suprema. Bajo la también remanida excusa de la desfavorable "relación de fuerzas", se permitió la consolidación de los poderes fácticos hasta un grado exasperante y de difícil retorno. Por lo tanto, ni la suma fija, ni un bono y ni siquiera las paritarias pueden aportar nada en favor de los ingresos de las mayorías, puesto que antes que cualquiera de estas herramientas vea la luz, los precios ya absorvieron esos recursos, motivo por el cual se llega a una siniestra conclusión: esas medidas que deben favorecer a los trabajadores, en este contexto de descontrol de los formadores de precios los perjudican aún más, pues no hacen sino alimentar la inflación y, por lo tanto, más  empobrecimiento a través de una constante disminución del poder adquisitivo de las mayorías populares. Y, por último, tras la asunción de Sergio Massa como el ministro ejecutor a rajatablas del tenebroso acuerdo con el FMI, se adosa un estancamiento de la actividad económica y crisis para las pymes. Ahora, esta situación tan pesimista como real, tiene salida. Por cierto que cada vez se estrecha más el camino para ello, pero la hay: Cristina, que todavía conserva el apoyo mayoritario del peronismo, debe volver sobre sus pasos y asumir las riendas del gobierno por encima del mismo FDT, herramienta que, generada en nombre de la unidad y una inexistente debilidad electoral en 2019, resulta inútil de toda inutilidad. Para eso debe sincerar y concretar su alejamiento del rumbo del gobierno, convocar a la movilización de sus seguidores en apoyo de una suspensión inmediata del acuerdo con el FMI y con los acreedores externos formulados ambos contra los interés del pueblo  argentino en el marco de una absoluta ilegalidad, remover para ello el apoyo que actualmente presta al ministro cipayo Sergio Massa y forzar de ese modo las medidas que deberá firmar el presidente Fernández o asumir ella misma en caso de producirse su previsible renuncia: derogación del decreto 949/20, nacionalización del comercio exterior para recuperar las divisas todavía necesarias y que no se encontrarán en los prometidos créditos externos, nacionalización de los ahorros bancarios para parar en seco el drenaje de las leliqs y pases y destinar esos recursos al sostenimiento del mercado interno –créditos baratos a las pymes-, imposición de retenciones segmentadas, especialmente a las grandes cerealeras hasta tanto se concrete la completa nacionalización del comercio exterior, estatización de los servicios energéticos, reforma del código de minería y declaración de interés estratégico del litio, inmediata ampliación del número de miembros de la Corte que resulte necesario según la demanda de apoyos provinciales que reclame la designación de los nuevos ministros, entre otras medidas que demandarán un enorme apoyo popular que, si se decide, Cristina está en condiciones de suscitar.  ¿Cuanto propongo es complejo y generará una crisis?, claro que sí. Justo la crisis que requiere toda transformación, en este caso tan indispensable como posible. Tanto como lo fueron las crisis que desataron los nuevos procesos transformadores (más allá de la suerte que va llevando cada uno) en Chile, Perú, Bolivia (el gran ejemplo), Colombia (la gran esperanza) y actualmente en curso en Ecuador, sin desmedro del triunfo electoral de Lula en Brasil, bajo otras circunstancias. Entonces si, la distribución del ingreso, por imperio del nuevo rumbo político y económico, se podrá verificar efectivamente. Y, por supuesto, existe otra alternativa: seguir haciendo promesas con vistas a las próximas elecciones, sin concretar ahora mismo nada que revierta los padecimientos de los argentinos y argentinas siguiendo Cristina asociada a la suerte del actual gobierno, y perder tranquilamente a manos de la oligarquía argentina, las próximas elecciones. Eso si la crisis no sobreviene antes, desmadrada bajo el ya conocido lema "que se vayan todos".

 

(*) Abogado penalista, ex concejal de Pilar

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