jueves 03 de octubre de 2024 - Edición Nº1493

Cultura | 20 sep 2024

Un revolucionario

COOKE, John William

Abogado, militante político, parlamentario, periodista, uno de los artífices del peronismo revolucionario. Una historia para conocer. Figura clave de la lucha por un peronismo revolucionario


Primer hijo de Juan Isaac Cooke, de familia de origen irlandés, abogado y dirigente del radicalismo bonaerense y de María Elvira Lenci, argentina, de familia uruguaya. Su padre fue funcionario del Ministerio de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires durante la década de 1920, por lo que John tuvo contacto con los debates políticos desde su infancia.

Hacia 1938 ingresa a la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de La Plata, colaborando al mismo tiempo con su padre, quien se desempeña en esa época como Diputado Nacional. Bajo su influencia se inicia en la militancia política en sectores del radicalismo, y durante la Segunda guerra mundial toma una posición de fuerte apoyo a los aliados. Es miembro de la Juventud de la filial platense de Acción Argentina (1940-43), organización frentista en la que confluyeron socialistas, radicales alvearistas y liberales, pugnando para que la Argentina saliera de la política de neutralidad. Mientras trabaja como empleado del Congreso Nacional de la Nación, comienza a participar en la agrupación estudiantil Unión Universitaria Intransigente, junto a Juan Carlos Cornejo, José Armando Caro y René S. Orsi, entre otros. Se afilia a la Unión Cívica Radical y participa en la agrupación antifascista y aliadólfila “Acción Argentina”.

Cooke percibe inicialmente el golpe militar de junio de 1943 como otro cuartelazo, pero su actitud cambia cuando el Cnel. Juan D. Perón asciende posiciones en el nuevo régimen. Su padre es designado Ministro de Relaciones Exteriores desde agosto de 1945 a junio de 1946, siendo central en la batalla diplomática y política contra el embajador de los Estados Unidos, Spruille Braden. Cooke es su asesor más cercano y firme partidario de resistir las presiones de los Estados Unidos. Se estaba recibiendo de abogado cuando se produce la detención de Perón en la Isla Martín García en 1945, y algunos testimonios indican que habría anticipado la movilización popular del 17 de octubre de 1945.

En las elecciones de febrero de 1946 Cooke es elegido diputado a la edad de 25 años, convirtiéndose en uno de los legisladores más vehementes y expresando en varias ocasiones críticas al propio gobierno peronista. Se manifiesta en contra del Tratado de Chapultepec y de la carta de Naciones Unidas, sosteniendo que estaban basados “en un sofisma peligroso: el de la igualdad de los estados. Es un sofisma porque la igualdad jurídica tiene su contrafigura en la desigualdad material que suele pesar más que aquella”. Sus conocimientos legales le permiten jugar un papel importante como miembro de la comisión parlamentaria de Asuntos Constitucionales. En 1951 su disidencia se penaliza con su exclusión de las listas partidarias, pero al año siguiente se destaca nuevamente al oponerse al Congreso de la Productividad, y a su énfasis en el incremento de la productividad como la clave para el desarrollo económico.

Durante el segundo gobierno peronista, Eva Perón le ofrece el puesto de editor en el diario Democracia pero él rechaza la propuesta, temiendo que pudiera coartar su independencia política. Se desempeña como profesor de Economía Política en una cátedra en la Universidad de Buenos Aires, e impulsa su propia publicación, De Frente (Buenos Aires, 1954-1956), que se proponía desde su tapa como un “testigo insobornable de la realidad mundial”. En sus páginas critica a los sectores burocráticos del sindicalismo y a algunas medidas del gobierno, como la firma del contrato con la empresa Standard Oil de California, transformándose en una figura destacada de la línea más radical dentro del peronismo. Es la primera persona a la cual Perón convoca después de los bombardeos aéreos del 16 de junio de 1955, ofreciéndole un puesto como Secretario de Asuntos Técnicos. Cooke lo rechaza sosteniendo que “no es tiempo de la técnica sino de la política”, y es nombrado interventor del Partido Peronista en la Capital Federal, encontrándose con una estructura corrupta y burocrática.

En este momento retoma contacto con Alicia Eguren, a quien había conocido brevemente alrededor de 1946, quien se convierte en su compañera de vida y de militancia. Ante la amenaza de intervención militar en ciernes, visita sindicatos y unidades básicas en un intento de ganar apoyo para su estrategia de movilización popular y resistencia armada. Esta política causa una fuerte oposición entre los militares y la dirigencia peronista, que solicitan su detención antes del golpe de estado de setiembre de 1955. Aunque los preparativos para una resistencia popular armada fueron escasos e insuficientes antes del golpe, algunos aspectos de estas ideas se encarnaron en parte de las actividades desarrolladas durante la resistencia a los regímenes militares en la segunda mitad de los años ´50 y los ‘60.

Después del golpe militar de septiembre de 1955 que derroca a Perón, éste considera a Cooke como el único dirigente que se mantuvo en permanente contacto, mientras que la gran mayoría de los líderes peronistas buscaban acomodarse al nuevo orden. El día que se proponía partir hacia Paraguay para recibir órdenes directamente de Perón, Cooke es arrestado en la casa del escritor nacionalista José María Rosa. Durante su detención en la Penitenciaría de la Avenida Plaza Las Heras, sufre junto con otros prisioneros un simulacro de fusilamiento. Pasa por varias cárceles y es finalmente recluido en el penal de Río Gallegos, Provincia de Santa Cruz. A pesar de encontrarse en prisión, continúa dirigiendo las actividades de la resistencia, delegando algunas cuestiones prácticas a un comando de lucha a cargo de sus colaboradores Raúl Lagomarsino y César Marcos. La posición central de Cooke en el movimiento peronista se refuerza con una carta enviada por Perón desde Caracas el 2 de noviembre de 1956, en la que lo reconoce como “el único jefe que tiene mi mandato para presidir la totalidad de las fuerzas peronistas organizadas en el país y en el extranjero,” aclarando que “sus decisiones tienen el mismo valor que las mías. En caso de mi fallecimiento, en él delego el mando.”

En marzo de 1957 Cooke se fuga del penal de Río Gallegos junto con otros cinco dirigentes peronistas: Jorge Antonio, anterior consejero financiero de Perón, Héctor J. Cámpora, ex presidente de la Cámara de Diputados, Guillermo Patricio Kelly, dirigente de la Alianza Libertadora Nacionalista (ALN), José Espejo, anterior Secretario General de la CGT y Pedro José Gómez, dirigente del sindicato de obreros petroleros. Se dirigen hacia Punta Arenas, Chile. La fuga cuenta con ayuda del exterior del penal, así como con el soporte del jefe de guardias de la prisión, José Ocampo, que los ayuda a salir de la prisión utilizando pases.

Una vez en Chile, las Cortes chilenas rechazan los pedidos de extradición cursados por el gobierno del Gral. Pedro E. Aramburu, y Cooke es liberado. Establece entonces una radio clandestina e intenta desarrollar las estructuras organizativas internas y externas de la resistencia. Perón lo nombra jefe de la nueva división de Operaciones del Comando Superior Peronista, que intenta dirigir la actividad de la resistencia. También en Chile, Cooke recibe a emisarios de Arturo Frondizi que buscaban el apoyo peronista para su candidatura a Presidente, por la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI) en las elecciones de febrero de 1958.

Existen indicios de que Cooke no tenía ilusiones políticas respecto a Frondizi y dudaba especialmente de sus promesas nacionalistas, aunque al parecer creía, al mismo tiempo, que un acuerdo podía dar un respiro al movimiento peronista en un contexto fuertemente represivo. Viaja a Caracas para obtener la palabra final de Perón sobre el asunto, y en febrero de 1958 es el signatario del pacto secreto celebrado junto con Perón, Frondizi y Rogelio Frigerio.

Luego se dirige a Montevideo para establecer allí una base de operaciones, y durante 1958 realiza varios viajes secretos a la Argentina para concretar encuentros con Frondizi y consolidar las estructuras organizativas del peronismo. La elección de Frondizi implicó una apertura gradual del sistema político para el peronismo y tuvo importantes consecuencias en la posición de Cooke en el movimiento, ya que los políticos de la “línea blanda” pertenecientes al anterior Concejo Superior lograron mayor inserción, y comenzaron a intentar desplazar a Cooke y los sectores más radicales del peronismo. Perón reacciona frente a esta confrontación garantizando la autonomía de los diferentes grupos, lo que debilita la posición de Cooke y su puesto de jefe de la División Operaciones, aún cuando sigue considerándolo formalmente por encima de estas estructuras. Cooke intenta fortalecer la tendencia revolucionaria buscando convocar a trabajadores y miembros de la “línea dura” del movimiento.

En noviembre de 1958 intenta retornar secretamente a la Argentina para apoyar la huelga de los trabajadores petroleros, pero es arrestado en el aeropuerto y detenido en un buque-prisión hasta fines de ese año. Cuando el movimiento de resistencia alcanza su pico en enero de 1959, Cooke está nuevamente presente para brindar su apoyo y liderazgo político a la huelga de los trabajadores del frigorífico Lisandro de la Torre. Es probablemente la cima de su influencia sobre el movimiento obrero, aunque fue de corta duración. Enfrenta la persecución de las autoridades y la oposición creciente de Alejandro Leloir, Juan Atilio Bramuglia, Oscar Albrieu y de algunos líderes sindicales, quienes solicitan su expulsión de las filas peronistas. El 28 de enero Frigerio califica a la huelga como realizada por un sector del peronismo influido por el comunismo, de lo que se hizo eco el Concejo Coordinador y Supervisor. Las tendencias sindicales y políticas partidarias de la conciliación y la actividad legal se imponen, y Perón guarda silencio cuando los sectores enfrentados a Cooke, poco después de la huelga general, organizan su destitución. Detenido durante la huelga general, Cooke vive en condiciones de clandestinidad por varios meses, y ante la persistencia de la persecución en su contra toma, junto a su mujer, una decisión que afecta profundamente su vida y posición política: exiliarse en Cuba.

Una vez allí, profundamente impactado por la revolución que había triunfado en ese país, empieza a considerar la posibilidad de que la guerra de guerrillas pudiera ser un medio para resolver, a largo plazo, las contradicciones dentro del movimiento peronista y de la sociedad argentina. Ejerce influencia sobre la primera iniciativa de guerrilla rural en Argentina denominada Uturuncos, de filiación peronista, que operó brevemente en la Provincia de Tucumán hacia fines de 1959. Tiene responsabilidad directa en la selección de algunos de los primeros contingentes de jóvenes argentinos que viajaron a Cuba con el propósito de entrenarse militarmente, eligiendo representantes de distintas líneas políticas, sólo excluyendo al Partido Comunista argentino, que sostenía una postura anti-foquista. Durante la invasión norteamericana en la Bahía de Cochinos, ocurrida en abril de 1961, Cooke se ofrece a servir tanto de instructor revolucionario como de miliciano para defender a la revolución con la que se sentía totalmente identificado. Sus limitaciones físicas, producto del sobrepeso y diversas enfermedades, le dificultan enormemente su capacidad de acción militar.

Entre 1963 y 1964 apoya a Jorge Ricardo Masetti en la creación del Ejército Guerrillero del Pueblo, un foco guerrillero de orientación guevarista que incluía peronistas y operó en Salta. Pero su principal contribución al desarrollo de movimientos de izquierda fue probablemente ideológica. Construye una relación estrecha con Eernesto Che Guevara y recibe una profunda influencia del marxismo cubano, en el cual creyó encontrar una estructura de pensamiento coherente para la reevaluación crítica del peronismo, y sus potencialidades y limitaciones. Al mismo tiempo, contribuye a una nueva comprensión del peronismo en Cuba: rechaza la caracterización del movimiento peronista como filo-fascista, sosteniendo que por el contrario se trataba de un movimiento de liberación nacional. Su crítica al PC argentino es de gran importancia para la discusión de Fidel Castro con los partidos comunistas latinoamericanos en torno del foquismo.

Su radicalización lo lleva a plantear sus diferencias con Perón en una serie de cartas a principios de los años ´60, la mayor parte de las cuales queda sin respuesta. Sin embargo, nunca cuestiona el liderazgo de Perón en el movimiento, y las repetidas apelaciones al líder para que apoyara un proceso revolucionario, y para que se mudara de la España de Francisco Franco a la Cuba de Fidel Castro parecen indicar que Cooke nunca abandonó la esperanza de que sostuviera esa causa. Cooke puede regresar a la Argentina recién después del levantamiento del estado de sitio, en octubre de 1963. La mayor parte de sus trabajos publicados pertenecen a este último período que pasó en su país natal. Su libro de mayor influencia es probablemente El Peronismo y el golpe de Estado, un análisis del golpe militar de 1966 y de las tareas revolucionarias que debía acometer el peronismo. Este y otros trabajos de esta época representan la articulación más madura de una ideología peronista revolucionaria que surgió entre principios y mediados de la década del ´60.

Cooke es elegido de manera unánime para conducir las delegaciones de Argentina a las conferencias de la Tricontinental y la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS) en 1966 y 1967 por parte de las organizaciones miembros, en las que se considera válida la vía de la lucha armada y la guerra revolucionaria prolongada. Funda la agrupación Acción Revolucionaria Peronista (ARP) que, durante su corta vida a mediados de los años ´60, cumplió un papel importante de convocatoria y apoyo a militantes que querían viajar a Cuba a entrenarse para desarrollar la guerra de guerrillas, aunque nunca tuvo la fuerza y cohesión suficientes como para llevar a cabo una acción foquista propia. Participaron de esta organización, entre otros, quien luego sería editor de la revista Cristianismo y Liberación, Juan García Elorrio, y Fernando Abal Medina y Norma Arrostito, miembros del grupo fundador de Montoneros. Cooke muere de cáncer el 19 de septiembre de 1968, a los 48 años de edad, el mismo día en que un grupo foquista era capturado en Taco Ralo. Cooke es considerado una figura clave en la confluencia entre el peronismo y el guevarismo, de gran influencia ideológica y política en el desarrollo de las organizaciones guerrilleras de finales de la década del ´60 y comienzos del ´70 en Argentina. Algunos testimonios indican que sostuvo antes de morir: “Yo viviré en el afecto de los que me quisieron, pero fundamentalmente viviré en aquellos que continúan con la misma pasión con que yo lo hice, la militancia por la liberación de mi patria y la liberación de Latinoamérica. Ese será mi futuro”.

 

Nota del CEDINCI, Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas

OPINÁ, DEJÁ TU COMENTARIO:
Más Noticias

NEWSLETTER

Suscríbase a nuestro boletín de noticias